del Profr. Arturo Rosales Toledo

¡Gracias por tu legado!

¡Gracias por tu ejemplo de vida!

¡Gracias por tus enseñanzas!

¡Gracias por dejarnos tus recuerdos!

¡Gracias por enseñarnos a vivir!

¡Gracias por tu apoyo!

¡Gracias por tu sabiduría!

¡Gracias por tu ejemplo de vida!

¡Gracias por sus esfuerzos!

¡Gracias por mostrarnos el mundo!

¡Gracias por enseñarnos tu solidaridad!

¡Gracias por motivarnos a crecer!


julio 16, 2025

Desde el 26 de junio, la Ciudad de México abrió un umnbral de lo extraordinario con El Laberinto de Tim Burton, que se instaló en el Lienzo Charro de Constituyentes, transformando ese recinto en un pasaje sensorial hacia los mundos oscuros, dulces y asombrosamente poéticos del director californiano. La experiencia es mucho más que una exposición: es una travesía que pulsa al ritmo de la imaginación, donde cada visitante es protagonista de su propia odisea visual.


Autorizada e inaugurada por el propio Tim Burton, esta muestra ofrece más de 300 rutas posibles. Cada recorrido es una espiral distinta, una travesía inmersiva por los recovecos de la mente del creador. Aquí no hay mapas ni pasillos convencionales: solo puertas que murmuran historias, luces que parpadean como pensamientos inconclusos, y personajes que abandonaron el celuloide para cobijarse en un espacio que respira fantasía.

La ruta que yo recorrí me llevó por salas extraordinarias donde habitan los vestigios de sus películas icónicas: bocetos originales, vestuarios enigmáticos, escenografías que casi conversan, objetos inéditos que Tim Burton guarda como fragmentos de su alma. El bosque marchito de El cadáver de la novia, los excesos cromáticos de Charlie y la fábrica de chocolate, el eco de Beetlejuice, la aventura de Marcianos al ataque y la melancolía eterna de El joven manos de tijera se entrelazan como estaciones de un periodo emocional.

Una hora bastó para perder la noción del tiempo. Porque, al igual que en sus películas, en El Laberinto el tiempo se pliega y se estira, se transforma y se disuelve. Uno no sale como entró: se lleva consigo una parte de ese universo burtoniano, hecho de sombras tiernas y colores imposibles.

Si quiere un vistazo íntimo a lo que viví entre esos muros encantados, le invito a ver mi video de 3 minutos dentro del laberinto. Acompáñeme por ese rincón de lo irreal que materializó Tim Burton:


Nido de Ideas, introducción de mi libro

Videoclips de la Música Más Hermosa del Mundo

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