del Profr. Arturo Rosales Toledo


febrero 02, 2024

Carta redactada en el año 2004, publicada in memoriam de Polo, a 20 años de su muerte:


"Hoy, 21 de enero, la tristeza nos invade tras recibir la noticia de la muerte de Polo, nuestro adorado perrito. Me desgarró el alma ver a mi pequeña Eka llorar con mucho sentimiento, pero todavía más demoledor es aceptar que nunca más volveremos a abrazarlo. Caray, sufrimos inesperadamente de un dolor profundo que tardará tiempo en desaparecer. Aún más doloroso fue vivir mi mayor temor: enterarme de la pérdida de un ser querido estando lejos de casa.

¡Adiós amigo... adiós hijo!


Polo no era solo una mascota, era un miembro más de nuestra familia. Alguien podría decir que exageramos al sentir tristeza y desconsuelo porque un animal no tiene el mismo valor que una persona, pero quienes han tenido un compañero fiel como Polo, saben que su pérdida deja un vacío enorme, era alguien que nos recibía con brincos y fiesta cada vez que nos veía regresar después de mucho tiempo de estar lejos de casa. En sus ojitos siempre había una chispa de nobleza y amor leal. En los días y noches acompañaba a cada quien incluso cuando la fatiga lo vencía, con una lealtad que sobrepasaba cualquier expectativa. En él no solo veíamos un perro, sino un emblema de unión, alegría y amor leal.


Hoy, mientras maldecimos los sucesos que derivaron en el accidente que acabó con su vida, también surge una reflexión inevitable sobre lo frágiles que somos frente a los imprevistos de la vida. Pienso que a pesar de nuestros mejores esfuerzos por proteger a todos los que amamos, siempre habrá detalles que se nos escapan, son descuidos que nos afectan haciendo vulnerable la vida. Cuando Eka y yo pensamos en traer a Polo a vivir con nosotros en Huajuapan, temíamos por su bienestar: que no hubiera de comer para él, que lo picara un bicho venenoso, que se enfermara, o que se quedara abandonado cuando fuéramos de urgencia a México, por eso creímos que dejar a nuestro querido Polo en casa de Valle sería lo mejor para él, que estaría en un lugar seguro donde la familia siempre lo cuidaría. Sin embargo, ni siquiera ahí pudimos evitar la tragedia. Un descuido, y el accidente sucedió.

¡Cuánto extrañaremos a mi Polo! Me cimbró ver el llanto de Eka, evocando la última vez que lo abrazó, cuando se enojó con él por una pequeña travesura. Sin embargo, también vinieron a su mente los momentos felices: cómo lo acariciaba y jugaba con él, cómo batallaba para bañarlo porque le importaba que su Polo no estuviera sucio ni oliera feo. Polo fue más que un perrito juguetón; fue un compañero alegre que unió a toda la familia. Lizbeth, Larys, Kelcyto… todas lo querían profundamente, y en su ausencia, nos ha dejado una lección invaluable sobre lo importante que es cuidar y proteger a los que amamos, sin descuidar ningún detalle.

La culpa por no haber estado allí en sus últimos momentos me pesa mucho, especialmente porque supe que Polo vivió situaciones que no pudimos evitar. Particularmente no fuimos capaces de defender a Polo de las injusticias que sufrió: como las veces que fue echado afuera de casa, de ese lugar que el veía como su hogar, porque a la Tía Dositela le molestaba el comportamiento de nuestro perro. Quizás Polo esperaba vivir el resto de su vida en una casa auténticamente nuestra, donde nadie le hiciera daño, y pudiera correr y saltar, y ladrar como a él le gustaba… y tristemente nunca conocerá ese hogar. También duele recordar cuando le pegaron de palos lastimándole una patita porque: “según había mordido”, en ese entonces casi se lo llevo el antirrábico por la falsedad de una escuincla que estaba mintiendo y realmente se había arañado con un alambre. Y sufrió mas maltrato cuando ordenaron amarrarlo para que no se metiera con la gente que entraba al espacio del Kínder en que se convertía una gran parte de "su casa", y de paso no pudiera rascar en la tierra de las plantas ¿Por qué esas injusticias? Y también cuando se le pidió a la Tía Dositela darle de comer, ella cumplió todo el tiempo aventándole al suelo piezas de pollo crudo. Y sobretodo… cuando sobrevivió a un accidente que quizás fue un preludio de lo que ahora acabó con su vida… y que no pudimos prever, sabiendo que él era así. Fueron cosas dolorosas que nos recuerdan que Polo solo buscaba un poco de libertad, amor y protección. Aun en medio de esas dificultades, él siempre fue nuestro fiel amigo, y aunque no pudimos salvarlo en sus últimos momentos, espero que Polo haya sentido siempre, el amor que le dimos durante sus cuatro años de vida.

La pérdida de Polo nos ha recordado lo frágil que es la vida y lo esencial que es estar atentos a los detalles que marcan la diferencia. Ahora, más que nunca, es vital comprender que nuestra responsabilidad no solo es proteger, sino también valorar a cada miembro de nuestra familia. En cada encuentro, en cada platica, en cada abrazo, en el despertar y anochecer de cada día, debemos asegurarnos de comunicar que todos estemos bien, que no hay problemas, no hay enfermedad, no hay hambre, o no hay odios ni corajes entre familia, porque la vida es incierta, y lo único que debe prevalecer cuando alguien se va inevitablemente, son los bonitos recuerdos y el amor que compartimos, no las culpas, no los remordimientos, ni los rencores, mucho menos los odios;  por eso yo acostumbraba preguntar: ¿Están todas bien? ¿Mi Polo ya comió?

¡Descansa en paz querido Polo! Va a ser muy difícil llegar a casa y no encontrarte, siendo el único juguetón que, sin importar el día, o la hora, saltabas de gusto por vernos, o te asomabas por las ventanas del viejo Chrysler Dart-K negro, buscando a tus niñas: Eka, Larys y Kelcyto. Tú imagen recibiéndonos siempre con entusiasmo, quedará para el futuro en nuestra memoria ¡Descansa en paz querido Polo! Tu espíritu sigue aquí, con nosotros, tú familia, recordándonos la importancia de cuidar y amar a quienes forman parte de nuestra vida. Aunque ya no estés físicamente, tu lealtad, tu nobleza, tu alegría, y el amor que nos diste perdurarán en nuestros corazones para siempre. ¡Gracias Polo, por habernos unido como familia, y por recordarnos lo importante que es tratarnos con cariño y respeto!"

 


Perseo
Enero 21 del año 2004



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