Una y otra vez, como un eco persistente, me cala en la mente la misma duda: ¿Qué le pasó a Martín? No es una pregunta cualquiera. Es una inquietud que reverbera, porque Martín no fue solo un colega brillante, sino un amigo entrañable, de esos que dejan huella en cada conversación, en cada gesto, en cada momento compartido.
Martín fue un economista
excepcional. Meticuloso, crítico, apasionado por el conocimiento. Su trabajo
como profesor universitario no se limitaba a impartir clases: inspiraba,
retaba, acompañaba. Su legado académico es amplio y valioso: artículos,
ensayos, reflexiones sobre economía, sociología y derechos humanos, que siguen demostrando
sus ideas y paradigmas. Pero si algo lo hacía verdaderamente especial, era su
forma de ser. Su humanidad.
Fue una persona honesta, sin
dobleces. Franca, pero nunca hiriente. Amable, incluso en los momentos más difíciles.
Y sobre todo, resiliente. Esa palabra que a veces usamos sin medir su peso, en
él cobraba sentido. Martín enfrentó pruebas durísimas: la pandemia, los accidentes
que afectaron su salud, el deterioro de su vista, la pérdida de los seres
queridos que eran pilares en su vida. Y aun así, seguía adelante. No como quien
ignora el dolor, sino como quien lo abraza, lo transforma y lo convierte en
fuerza para vivir, incluso en los momentos que la depresión trataba de invadir
su mente. Y en medio de todo eso, conservaba su humor sarcástico, ese que nos
sacaba una carcajada justo cuando más la necesitábamos, o nos hacia torcer "y doler" el
cuello. Por eso no me sorprendería que, desde donde esté, me soltara una de sus
frases con ese tono que solo él sabía usar: “¡Ay Yomito, si tu maestro Lenine supiera que tienes esa duda, ya te hubiera dado una chinguita!” (jejeje).
Ante tal duda que no me deja en
paz, me puse a buscar respuestas. Volví a leer y repasé nuestras conversaciones
por WhatsApp, como quien busca pistas en los recuerdos, también localicé
ficheros de datos médicos y luego me di a la tarea de redactar una narrativa.
No sé si esto sea una respuesta definitiva de la duda expresada, pero sí
redescubrí lo que ya sabía: que Martín vivió con intensidad, con compromiso,
con trascendencia, que su ausencia duele a quienes lo apreciamos, pero su
presencia sigue viva en lo que dejó, en lo que enseñó, en lo que fue.
En esta narrativa me refiero a un
personaje ficticio llamado MC. Aunque él no existió como tal, su enfermedad sí
es profundamente real. Cada cosa que aquí se relata está basada exclusivamente
en informes clínicos y notas médicas, cuidadosamente entrelazadas para mostrar
con claridad cómo evoluciona una condición de salud que afecta a miles de
personas. Me he mantenido al margen de errores, omisiones o negligencias que
lamentablemente suelen presentarse en el sistema de salud mexicano, incluyendo
también a la medicina privada, porque no se trata de señalar culpables, sino de
mostrar lo que ocurre cuando el cuerpo empieza a rendirse y la medicina, aunque
presente y evolucionada, no siempre puede revertir el curso desencadenado.
MC representa a todas esas
personas que enfrentan el deterioro progresivo de su salud con una mezcla
admirable de disciplina, resiliencia y profunda humanidad. Su historia no busca
dramatizar, sino dignificar. Es una forma de responder, desde lo simbólico y lo
clínico, a esa pregunta que no deja de resonar en mi mente: ¿Qué le pasó a
Martín? Porque aunque MC sea ficticio, su lucha es real. Y en muchos sentidos,
es también la lucha de Martín. Él, como MC, vivió con dignidad cada etapa de su
vida, incluso cuando la adversidad se volvió rutina… y lo hizo sin perder su
esencia. MC es una síntesis de muchas historias, pero también considero que es
una forma de entender lo que ocurre cuando el cuerpo se va debilitando, cuando
la medicina acompaña, pero no salva, y cuando la vida se apaga sin perder su
luz.
MC tenía 57 años cuando su cuerpo
comenzó a enviar señales sutiles. No eran gritos, sino susurros. Una sensación
de vaciamiento incompleto al orinar, una presión leve en el bajo vientre, una
urgencia que no se correspondía con el volumen. Pequeños avisos que, como suele
ocurrir, se confunden con el estrés, la edad o el ritmo de vida. Pero esta vez
no eran pasajeros. Fue entonces cuando recibió el diagnóstico de hiperplasia
prostática benigna. Una glándula que crece con los años, que aprieta la uretra
como una mano cerrada, limitando el flujo y alterando la rutina más básica del
cuerpo.
MC era disciplinado. No solo por
carácter, sino por convicción. Siguió el tratamiento con rigor: tamsulosina
diaria, hidratación constante, nada de irritantes. Acudía a sus revisiones cada
tres meses, anotaba sus síntomas, preguntaba con detalle. Su gente lo apoyaba, y
él respondía con responsabilidad. Cuando los síntomas cedieron, cuando la orina
volvió a fluir con normalidad, creyó que había vencido. Se permitió relajarse.
Volvió a los antojitos, al alcohol en las reuniones, a los días de refrescos sin agua
suficiente. No por descuido, sino por esperanza pensó que el cuerpo le había
dado tregua, que la vida le estaba devolviendo un poco de normalidad. Y no fue así.
Al cumplir 58 años el
cuerpo de MC dejó de ceder. Una noche, simplemente, ya no pudo orinar. La
vejiga se convirtió en una trampa dolorosa, y la urgencia se volvió emergencia.
Fue inmediatamente al hospital. Le colocaron una sonda. La orina salió, pero
con ella también se fue algo más: la autonomía, la certeza de que todo estaba
bajo control. Esa sensación de fragilidad que aparece cuando el cuerpo deja de
obedecer, cuando la dependencia médica se vuelve cotidiana.
La sonda se mantuvo por 21 días.
Los médicos observaron signos de retención crónica, y comenzaron a sospechar
que los riñones estaban sufriendo. Se ordenaron estudios. La función renal
estaba disminuida: 75–80%, luego 35–40%. El cuerpo ya no filtraba como antes.
Se inició una diálisis ambulatoria. MC comenzó a vivir entre agujas, bolsas,
horarios y consultorios. Su vida se fragmentó en sesiones, en cifras, en restricciones. Cada
día era una negociación entre lo que podía hacer y lo que debía evitar.
Pero la enfermedad no se detuvo.
La función renal cayó a 5–10%. Se declaró falla renal crónica terminal. Se
inició la hemodiálisis permanente. Se administró eritropoyetina para combatir la anemia asociada. Se
ajustaron medicamentos. Se pidió a los suyos que comprendieran la condición de
salud de MC: no había marcha atrás. La medicina ya no ofrecía cura, solo
acompañamiento.
La anemia se agravó. La
hemoglobina bajó a 4.8, luego por debajo de 4. Su cuerpo ya no recibía oxígeno suficiente. MC
se volvió pálido, débil, silencioso. Fue hospitalizado. Se le transfundió sangre.
Se vigiló día y noche. Pero el cuerpo ya no respondía. La intoxicación urémica
avanzaba. Su corazón se debilitó. La presión cayó. El cuerpo se cerraba. Como
si poco a poco se apagara desde adentro.
A las 12:48 horas de un martes,
MC falleció en el hospital. No hubo milagros. No hubo recuperación. Solo un
equipo médico que lo sostuvo hasta el final, y al pendiente su gente que lo
apreciaba y le dolió saber que partió a la eternidad entre tubos, monitores y
silencio. Pero también con dignidad.
MC perdió la batalla contra su
enfermedad, pero nunca dejó de luchar y no había cosas que justificaran olvidarse de él mismo. Hasta su último aliento, enfrentó cada
etapa con entereza, con esperanza, con la convicción de que su vida merecía ser
vivida con respeto. Su cuerpo se rindió, pero su voluntad no. Este relato honra
esa lucha silenciosa, esa resistencia cotidiana que no aparece en los manuales,
pero que define lo más humano de la gente: su lucha por vivir con dignidad.
Esta historia fue un intento por
comprender, por honrar, por hacer memoria y por homenajear a Martin, entendiendo
alguna respuesta a la duda ¿Qué le pasó? Porque a veces, la resignación ante la
perdida de alguien no viene en forma de aceptación, sino de comprensión y entendimiento
que nos permite mirar con más detalle los límites y posibilidades de lo que
significa vivir… y también lo que significa partir hacia la eternidad.
PD. Enseguida posteo una síntesis de notas medicas, secuenciadas en forma de expediente clínico, solamente para ejemplificar la evolución de la enfermedad del personaje ficticio de mi narrativa.
EXPEDIENTE CLÍNICO DEL PACIENTE…
Historia
Clínica – Primera Nota
Nombre del paciente: [Reservado]
Edad: 58 años
Sexo: Masculino
Estado civil: Soltero
Ocupación: Empleado
Estilo de vida: Urbano y sedentario
Motivo de consulta:
El paciente acude a consulta médica de especialidad por disminución progresiva
en la frecuencia y volumen de la micción, sin dolor evidente. El paciente
refiere que ha notado que ya no orina con la misma cantidad ni regularidad de
antes, aunque no presenta disuria, hematuria ni urgencia urinaria.
Antecedentes personales patológicos:
- No antecedentes de tabaquismo.
- Consumo ocasional de alcohol.
- Alimentación moderada.
- Sueño regular.
- Estrés moderado relacionado con el trabajo.
- No antecedentes de enfermedades crónicas relevantes.
- No sufre problemas de glucosa, presión arterial, colesterol y trigliceridos
Exploración física y estudios complementarios:
- Tacto rectal: próstata aumentada de tamaño, consistencia firme, no
dolorosa.
- Antígeno prostático específico (PSA): dentro de parámetros normales para la
edad.
- Ultrasonido prostático transrectal: crecimiento prostático homogéneo, sin
lesiones focales.
- Uroflujometría: flujo urinario reducido, patrón compatible con obstrucción
infravesical.
Impresión diagnóstica:
Hiperplasia prostática benigna (HPB) en fase inicial, con repercusión funcional
sobre el vaciamiento vesical. No se identifican signos de prostatitis aguda ni
neoplasia prostática.
Plan terapéutico:
1. Tratamiento farmacológico:
- Alfabloqueador (tamsulosina 0.4 mg/día) para mejorar el flujo
urinario.
2. Medidas generales:
- Evitar retención urinaria prolongada (acudir al sanitario ante
la mínima sensación).
- Mantener hidratación adecuada.
- Reducir consumo de irritantes vesicales (café, alcohol, picante
y condimentos).
- Técnicas de manejo de estrés.
3. Seguimiento:
- Reevaluación clínica en 3 meses. Acudir a cita para revisión.
- Control de PSA anual.
- Ultrasonido de control si hay progresión de síntomas.
Historia Clínica – Segunda Nota de Evolución
Motivo de consulta:
El paciente fue revisado a los 3 y 6 meses de tratamiento. Ahora transcurridos
26 días acude de urgencia por incapacidad para orinar, refiere que hace 12
horas no puede orinar, siente dolor suprapúbico y sensación de vejiga llena.
Refiere que desde hace unos días notó hacer mucho esfuerzo para iniciar la
micción, con disminución progresiva del flujo urinario. Después de la segunda
revisión el paciente ya no tomó regularmente la tamsulosina prescrita en
consultas anteriores. Además, refiere haber asistido a fiestas donde consumió
antojitos grasosos y bebidas alcohólicas, presentando resaca notable.
Antecedentes relevantes:
- Hiperplasia prostática benigna (HPB) diagnosticada previamente.
- Tratamiento con alfabloqueador (tamsulosina) no seguido de forma
regular.
- Episodios recientes de ingesta excesiva de alcohol y alimentos
irritantes.
- No antecedentes de litiasis, infecciones urinarias recientes ni enfermedades
neurológicas.
Exploración física y estudios complementarios:
- Abdomen: distensión suprapúbica, dolor a la palpación, sin signos de
peritonismo.
- Genitales externos: sin alteraciones físicas visibles.
- Tacto rectal: próstata aumentada de tamaño, firme, no dolorosa.
- Sonda vesical de Foley: se coloca para extracción de aproximadamente 800 ml
de orina.
- Ultrasonido vesical postmiccional: vejiga con retención significativa previa
a sondaje.
Impresión diagnóstica:
Retención urinaria aguda secundaria a HPB descompensada, precipitada por
suspensión del tratamiento y consumo de irritantes prostáticos.
Plan terapéutico:
1. Desobstrucción vesical:
- Instalación de sonda de Foley (vesical temporal para vaciamiento
y alivio sintomático).
- Vigilancia de volumen residual y función renal.
2. Reinicio y ajuste de tratamiento farmacológico:
- Tamsulosina 0.4 mg/día, con indicación estricta de
adherencia.
- Considerar combinación con Finasteride si hay progresión
clínica.
3. Medidas generales:
- Evitar alcohol, café, refrescos y alimentos grasosos o
picantes.
- Mantener hidratación adecuada.
- Establecer horarios regulares de micción.
- Técnicas de manejo de estrés.
4. Seguimiento:
- Reevaluación en 7 días para valorar retiro de sonda.
- Control de PSA y función renal.
- Ultrasonido prostático de control en 3 meses.
Historia Clínica – Tercera Nota de Evolución
Consulta para retiro de sonda:
El paciente acude a revisión tras 14 días de sondaje vesical continuo,
preguntando si debe continuar con el dispositivo. Sin embargo, refiere que
desde hace 5 días presenta hinchazón en piernas, pies y manos, con sensación de
pesadez y dificultad para moverse con la agilidad habitual. Niega dolor
torácico, disnea, fiebre o síntomas urinarios nuevos. Continúa con tratamiento
farmacológico (tamsulosina) de forma regular desde la última consulta.
Antecedentes relevantes:
- HPB diagnosticada previamente, con episodio de retención urinaria
aguda.
- Sonda de Foley vesical colocada en consulta anterior, con buena respuesta
inicial.
- Suspensión previa del tratamiento, corregida en esta etapa.
- Ingesta excesiva de alcohol y alimentos irritantes en episodio previo.
- No antecedentes de insuficiencia renal, cardíaca o hepática conocidos.
Exploración física y estudios complementarios:
- Signos vitales: TA 130/80 mmHg, FC 78 lpm, FR 16 rpm, Temp 36.8°C.
- Abdomen: sin dolor, sonda vesical permeable, sin signos de infección
local.
- Extremidades inferiores y superiores: edema blando bilateral, simétrico, sin
eritema ni calor local.
- Pulmones y corazón: sin hallazgos patológicos evidentes.
- Laboratorios solicitados: función renal, electrolitos, perfil hepático, EGO,
creatinina sérica, BUN.
Impresión diagnóstica:
Edema periférico leve-moderado en paciente con sondaje vesical prolongado, en
contexto de HPB tratada farmacológicamente. Se considera probable retención de
líquidos secundaria a inmovilidad relativa, posible alteración renal leve o
efecto secundario farmacológico.
Plan terapéutico:
1. Evaluación integral del edema:
- Solicitud de estudios de función renal y hepática.
- Revisión de ingesta hídrica y balance de líquidos.
- Valoración por medicina interna si persiste o se agrava.
2. Manejo del sondaje vesical:
- Retiro programado de sonda en consulta siguiente si se confirma
vaciamiento adecuado.
- Prueba de micción espontánea bajo vigilancia.
3. Medidas generales:
- Movilización activa y ejercicios suaves para mejorar retorno
venoso.
- Elevación de extremidades en reposo.
- Reducción de sal en la dieta.
- Continuar tamsulosina y reevaluar necesidad de combinación con
finasterida.
4. Seguimiento:
- Revisión en 7 días con resultados de laboratorio.
- Evaluación urológica para definir continuidad del tratamiento y
evolución prostática.
Historia Clínica – Cuarta Nota de Evolución del Paciente
Consulta para revisar laboratorios:
El paciente acude a consulta de seguimiento tras 21 días de sondaje vesical
continuo, portando resultados de laboratorio recientes. Refiere mejoría en la
sensación de vaciamiento vesical, sin dolor suprapúbico ni fiebre. Se realiza
valoración para retiro de la sonda. El paciente menciona la persistencia de
hinchazón en piernas, pies y manos, sin disnea ni síntomas urinarios agudos.
Antecedentes relevantes:
- HPB diagnosticada previamente, con episodio de retención urinaria
aguda.
- Sondaje vesical mantenido por 21 días.
- Tratamiento con tamsulosina 0.4 mg/día, con buena adherencia.
- Edema periférico leve desde consulta anterior.
- No antecedentes de enfermedad renal crónica documentada.
Resultados de laboratorio:
- Creatinina sérica: 1.9 mg/dL (elevada).
- BUN: 36 mg/dL (elevado).
- Filtrado glomerular estimado (eGFR): 45 mL/min/1.73m² (disminuido).
- EGO: sin proteinuria ni hematuria, densidad urinaria baja.
- Electrolitos séricos: sodio y potasio dentro de rangos normales.
- Perfil hepático: sin alteraciones relevantes.
- Glucosa y lípidos: dentro de parámetros normales.
Exploración física:
- Abdomen: sin dolor, sonda vesical permeable, sin signos de infección
local.
- Extremidades: edema blando leve en piernas y manos, simétrico, sin signos
inflamatorios.
- Signos vitales: TA 126/76 mmHg, FC 74 lpm, FR 16 rpm, Temp 36.6°C.
Impresión diagnóstica:
Disfunción renal moderada, probablemente secundaria a obstrucción urinaria
crónica por HPB.
Edema periférico persistente en contexto de alteración renal y movilidad
limitada.
Evolución favorable del vaciamiento vesical, con indicación de prueba de
micción espontánea.
Plan terapéutico:
1. Retiro de sonda vesical:
- Se realiza en consulta, sin complicaciones.
- Indicación de prueba de micción espontánea en las siguientes 6
horas.
- Vigilancia de volumen urinario y síntomas obstructivos.
2. Manejo renal:
- Referencia e interconsulta al servicio de nefrología para
evaluación integral.
- Control de creatinina, BUN y eGFR en 2 semanas.
- Dieta baja en sodio y adecuada hidratación.
3. Tratamiento prostático:
- Continuar tamsulosina 0.4 mg/día.
- Evaluar adición de Finasteride si hay progresión
sintomática.
- Ultrasonido prostático de control en 6 semanas.
4. Medidas generales:
- Movilización activa diaria.
- Elevación de extremidades en reposo.
- Control de peso corporal y balance hídrico.
5. Seguimiento:
- Revisión clínica en 7 días para valorar evolución post-retiro de
sonda.
- Reevaluación urológica y nefrológica según evolución.
Historia
Clínica – Nota de las Interconsultas con Nefrología
Presentación de interconsulta al servicio de nefrología:
Seguimiento por posible disfunción renal progresiva en paciente con antecedente
de hiperplasia prostática benigna (HPB) y retención urinaria aguda, previamente
manejado con sondaje vesical y tratamiento farmacológico. Se solicita
valoración por nefrología ante deterioro de parámetros renales en estudios de
control.
Historia Clínica – Primera interconsulta:
Resultados de laboratorio:
- Creatinina sérica: 1,6mg/dL
- BUN: 30 mg/dL
- eGFR estimado: 75% función renal
- EGO sin proteinuria ni hematuria .
Impresión diagnóstica:
- Disfunción renal leve, probablemente secundaria a obstrucción urinaria
crónica.
Plan terapéutico:
- Vigilancia estrecha de función renal
- Control de ingesta hídrica y dieta hiposódica
- Continuar tratamiento prostático
- Programar estudios seriados cada 30 días
Historia Clínica – Segunda interconsulta:
Resultados de laboratorio:
- Creatinina sérica: 2.1mg/dL
- BUN: 38 mg/dL
- eGFR estimado: 55% función renal
- Edema periférico persistente.
Impresión diagnóstica:
- Disfunción renal moderada en progresión.
Plan terapéutico:
- Ajuste dietético y farmacológico
- Evaluación para terapia sustitutiva renal
- Educación al paciente sobre signos de descompensación
Historia Clínica – Tercera interconsulta:
Resultados de laboratorio:
- Creatinina sérica: 2.6mg/dL
- BUN: 44 mg/dL
- eGFR estimado: 40% función renal
- Edema generalizado, fatiga, disminución en tolerancia al
esfuerzo
Impresión diagnóstica:
- Disfunción renal severa con indicación de terapia complementaria.
Plan terapéutico:
- Inicio de diálisis complementaria en esquema ambulatorio
- Objetivo: revertir carga tóxica y estabilizar función renal
- Coordinación con nutrición y psicología para soporte integral
- Reevaluación funcional renal cada 15 días
Resumen clínico del servicio de nefrologia:
Paciente con evolución tórpida de la función renal en contexto de obstrucción
urinaria crónica por HPB. Se documenta descenso progresivo de la función renal
del 75% al 40% en 60 días, con necesidad de intervención nefrológica activa
mediante diálisis complementaria. Se mantiene vigilancia multidisciplinaria.
Historia Clínica – Nota de Nuevas Interconsultas Nefrológicas (Día 105 desde
primera interconsulta)
Motivo de interconsulta:
Paciente en seguimiento por disfunción renal progresiva en contexto de
obstrucción urinaria crónica secundaria a HPB. Se documenta deterioro sostenido
de la función renal en los últimos 45 días, con dos nuevas interconsultas
realizadas por nefrología. En la actualidad, el paciente presenta signos
clínicos de intoxicación urémica, lo que motiva la decisión de iniciar
hemodiálisis periódica.
Evolución clínica y hallazgos recientes:
- Persistencia de edema generalizado, fatiga intensa, náuseas, sabor metálico
en boca y disminución del apetito.
- Laboratorios recientes:
- Creatinina sérica: 3.2 mg/dL
- BUN: 52 mg/dL
- eGFR estimado: 28 mL/min/1.73m²
- EGO: densidad urinaria baja, sin proteinuria significativa
- Hemoglobina: 9.2 g/dL (anemia normocítica normocrómica)
- Potasio: 5.4mEq/L (límite superior)
- Signos vitales: TA 132/80 mmHg, FC 78 lpm, FR 18 rpm, Temp 36.9°C
Impresión diagnóstica:
Enfermedad renal crónica en estadio avanzado, con deterioro funcional sostenido
y signos de intoxicación urémica.
Anemia secundaria a insuficiencia renal crónica.
Indicación de inicio de terapia sustitutiva renal mediante hemodiálisis
periódica.
Plan terapéutico:
1. Inicio de hemodiálisis periódica:
- Instalación de acceso vascular (fístula arteriovenosa o catéter
temporal según valoración quirúrgica).
- Esquema de hemodiálisis ambulatoria 2 veces por semana.
- Educación al paciente y familia sobre el procedimiento, cuidados
y expectativas.
2. Tratamiento farmacológico complementario:
- Eritropoyetina subcutánea para manejo de anemia renal.
- Quelantes de fósforo por probable hiperfosfatemia.
- Ajuste dietético: restricción de potasio, fósforo y líquidos
según tolerancia.
3. Seguimiento multidisciplinario:
- Nefrología, nutrición, psicología y trabajo social.
- Control mensual de función renal, hemoglobina y parámetros
metabólicos.
- Reevaluación prostática en paralelo para evitar nuevos episodios
obstructivos.
Observaciones:
Se informa al paciente sobre la naturaleza crónica del daño renal, la necesidad
de realizar hemodiálisis como soporte vital, y la importancia de adherirse al
tratamiento integral. Se mantiene enfoque paliativo y funcional, con énfasis en
calidad de vida.
Historia Clínica – Nota de Interconsulta Nefrológica por Evolución en
hemodiálisis
Motivo de interconsulta:
Paciente en seguimiento por enfermedad renal crónica en estado avanzado,
actualmente bajo esquema de hemodiálisis periódica. Se realiza nueva valoración
por nefrología con base en resultados de laboratorio recientes y evolución
clínica.
Hallazgos clínicos y paraclínicos:
- Persistencia de síntomas urémicos leves: fatiga, palidez, disminución de la
tolerancia al esfuerzo.
- Laboratorios recientes:
- Creatinina sérica: 4.1mg/dL
- BUN: 58 mg/dL
- eGFR estimado: 5–10% de función renal residual
- Hemoglobina: 8.4g/dL (descenso progresivo)
- EGO: sin proteinuria significativa, densidad urinaria baja
- Potasio: 5.6mEq/L
- Exploración física:
- TA 130/78 mmHg, FC 76 lpm, FR 18 rpm, Temp 36.8°C
- Palidez mucocutánea, sin signos de sobrecarga hídrica ni infección
activa
Impresión diagnóstica;
- Fallo renal crónico terminal, con función residual mínima (≤10%).
- Anemia secundaria a insuficiencia renal crónica, con descenso sostenido de
hemoglobina.
- Dependencia funcional de hemodiálisis como terapia sustitutiva renal.
Plan terapéutico:
1. Mantenimiento de hemodiálisis periódica:
- Esquema ambulatorio 3 veces por semana, sin complicaciones
actuales.
- Vigilancia de parámetros metabólicos y signos de sobrecarga.
2. Tratamiento de anemia renal:
- Continuar eritropoyetina subcutánea según protocolo.
- Suplementación con hierro oral o intravenoso según tolerancia y
niveles séricos.
- Control mensual de hemoglobina y perfil férrico.
3. Medidas complementarias:
- Dieta especializada: restricción de potasio, fósforo y
líquidos.
- Educación continua al paciente y familia sobre cuidados post-diálisis.
- Apoyo psicológico y social para adaptación al tratamiento
crónico.
4. Seguimiento:
- Interconsulta mensual con nefrología.
- Reevaluación integral cada 3 meses para ajuste de esquema
terapéutico.
Historia Clínica – Nota de Evolución Nefrológica con Hospitalización
Motivo de hospitalización:
Paciente en seguimiento por enfermedad renal crónica terminal, dependiente de
hemodiálisis periódica. Ingresa al servicio de hospitalización por
descompensación clínica aguda. Presenta intoxicación urémica manifiesta y
anemia severa, con hemoglobina críticamente baja. Refiere fatiga extrema,
palidez intensa, náuseas persistentes, somnolencia, disgeusia y dificultad para
movilizarse.
Antecedentes relevantes:
- HPB con retención urinaria aguda, tratada con sondaje vesical y
tamsulosina.
- Evolución hacia insuficiencia renal crónica con función residual ≤10%.
- Hemodiálisis ambulatoria 2 veces por semana desde hace 6 semanas.
- Tratamiento con eritropoyetina subcutánea y suplementos férricos.
- No antecedentes de sangrado activo ni enfermedad hematológica.
Resultados clínicos y paraclínicos:
- Exploración física al ingreso:
- TA 110/70 mmHg, FC 88 lpm, FR 22 rpm, Temp 36.4°C
- Palidez mucocutánea intensa, astenia marcada, edema leve en
extremidades
- Neurológicamente orientado, con lentitud psicomotora
- Laboratorios de ingreso:
- Creatinina sérica: 4.3 mg/dL
- BUN: 60 mg/dL
- eGFR estimado: <10%
- Hemoglobina: 4.8g/dL
- Hematocrito: 15%
- Potasio: 5.8mEq/L
- EGO: sin proteinuria significativa, densidad urinaria baja
- Perfil férrico: en espera
Impresión diagnóstica:
- Intoxicación urémica aguda en paciente con insuficiencia renal crónica
terminal.
- Anemia severa secundaria a falla renal, atribuida a déficit de eritropoyetina
endógena, disminución de vida media eritrocitaria y probable déficit de hierro
funcional.
- Dependencia absoluta de terapia sustitutiva renal.
Ocurrencia fisiopatológica de la anemia:
La anemia de este paciente es consecuencia de la insuficiencia renal crónica.
Los riñones sanos producen eritropoyetina, una hormona que estimula la médula
ósea para fabricar glóbulos rojos. Al fallar los riñones, la producción de
eritropoyetina disminuye drásticamente, lo que lleva a una reducción en la
formación de glóbulos rojos. Además, el ambiente urémico acorta la vida de los
eritrocitos y puede interferir con la absorción y utilización del hierro,
agravando el cuadro.
Plan hospitalario y terapéutico:
1. Hospitalización en unidad de medicina interna:
- Monitorización continua de signos vitales y estado
neurológico.
- Vigilancia de parámetros metabólicos y respuesta a tratamiento.
2. Manejo urgente de anemia:
- Transfusión de concentrado eritrocitario: 2 unidades
indicadas.
- Reajuste de eritropoyetina subcutánea.
- Suplementación férrica intravenosa según perfil férrico.
3. Mantenimiento de hemodiálisis:
- Continuación del esquema 3 veces por semana.
- Evaluación de tolerancia y necesidad de ajuste de frecuencia.
4. Medidas complementarias:
- Dieta especializada con restricción de potasio, fósforo y
líquidos.
- Apoyo psicológico y social para adaptación al tratamiento
crónico.
- Educación al paciente y familia sobre cuidados
post-hospitalarios.
5. Seguimiento:
- Reevaluación clínica diaria durante hospitalización.
- Control de hemoglobina y perfil férrico en 72 horas.
- Interconsulta con hematología si no hay respuesta terapéutica.
Historia Clínica – Nota de Evolución Nefrológica
con Hospitalización por Insuficiencia Renal y Anemia Severa
Motivo de evolución:
Paciente hospitalizado con insuficiencia renal crónica terminal, dependiente de
hemodiálisis periódica, presenta descompensación hematológica aguda con
hemoglobina crítica (<4 g/dL) y signos de intoxicación urémica avanzada. El
cuadro clínico actual compromete la oxigenación tisular, la función neurológica
y cardiovascular, por lo que se establece pronóstico reservado con riesgo vital
elevado.
Antecedentes relevantes:
- HPB con retención urinaria aguda, tratada con sondaje vesical y
tamsulosina.
- Evolución hacia enfermedad renal crónica con función residual <10%.
- Hemodiálisis ambulatoria 3 veces por semana desde hace 6 semanas.
- Tratamiento con eritropoyetina subcutánea y suplementos férricos.
- No antecedentes de sangrado activo ni enfermedad hematológica.
Resultados clínicos y paraclínicos:
- Exploración física:
- TA 100/64 mmHg, FC 92 lpm, FR 22 rpm, Temp 36.3°C
- Palidez mucocutánea intensa, disnea en reposo, astenia profunda
- Neurológicamente orientado, con lentitud psicomotora y somnolencia
- Laboratorios recientes:
- Hemoglobina: 3.9 g/dL
- Hematocrito: 12%
- Creatinina sérica: 4.5 mg/dL
- BUN: 62 mg/dL
- Potasio: 5.9 mEq/L
- EGO: sin proteinuria significativa, densidad urinaria baja
- Perfil férrico: en espera
Impresión diagnóstica:
- Anemia severa crítica (<4 g/dL) en paciente con insuficiencia renal
crónica terminal.
- Etiología multifactorial: déficit de eritropoyetina endógena, acortamiento de
vida eritrocitaria, probable déficit de hierro funcional.
- Intoxicación urémica avanzada, con compromiso multisistémico.
- Pronóstico reservado, con posibilidad de desenlace fatal en caso de no
respuesta terapéutica inmediata.
Plan hospitalario y terapéutico;
1. Manejo urgente de anemia con interconsulta del servicio de hematología:
- Transfusión inmediata de 2 unidades de concentrado
eritrocitario.
- Reajuste de eritropoyetina subcutánea.
- Suplementación férrica intravenosa según perfil férrico.
- Monitorización continua de signos vitales, estado neurológico y
saturación de oxígeno.
2. Mantenimiento de hemodiálisis:
- Continuación del esquema 3 veces por semana.
- Evaluación de tolerancia y ajuste según estado hemodinámico.
3. Medidas complementarias:
- Dieta especializada con restricción de potasio, fósforo y
líquidos.
- Apoyo psicológico y social para el paciente y su familia.
- Comunicación clara sobre el estado clínico y evolución esperada.
4. Seguimiento:
- Reevaluación clínica cada 12 horas durante
hospitalización.
- Control de hemoglobina y perfil férrico en 48–72 horas.
- Interconsulta con hematología y cuidados paliativos si no hay
respuesta terapéutica.
Historia Clínica – Nota de Evolución Nefrológica y Hematológica del paciente
Motivo de evolución:
Paciente con diagnóstico de insuficiencia renal crónica terminal, en
tratamiento sustitutivo mediante hemodiálisis periódica, hospitalizado por
intoxicación urémica avanzada y anemia severa crítica. Durante los últimos 10
días previos se realizaron dos interconsultas con el servicio de hematología,
ante persistencia de hemoglobina <4 g/dL y deterioro clínico progresivo.
Intervenciones realizadas por hematología:
- Valoración integral hematológica con enfoque en anemia multifactorial
secundaria a falla renal.
- Aplicación de transfusiones de concentrado eritrocitario en dos ocasiones,
con respuesta parcial.
- Reajuste de esquema de eritropoyetina subcutánea y suplementación férrica
intravenosa.
- Monitorización de perfil férrico, reticulocitos y parámetros
inflamatorios.
- Evaluación de médula ósea no indicada por contexto clínico y evolución
terminal.
Evolución clínica del paciente:
- Persistencia de astenia profunda, disnea en reposo, palidez intensa y
somnolencia progresiva.
- Hemoglobina se mantuvo en rangos críticos (3.9–4.2 g/dL) pese a intervenciones.
- Función renal residual <5%, sin recuperación esperada.
- Estado neurológico con deterioro gradual, sin respuesta a estímulos verbales
en últimas 24 horas.
- Signos vitales inestables en las últimas 48 horas, con hipotensión
refractaria y bradicardia terminal.
Desenlace;
A las 12:48 horas del día 148 desde
la primera interconsulta, el paciente fallece en hospitalización, en contexto
de fallo multiorgánico secundario a intoxicación urémica y anemia crítica no
reversible. Se documenta paro cardiorrespiratorio sin respuesta a maniobras de
reanimación avanzada.
Causas de fallecimiento:
- Insuficiencia renal crónica terminal con intoxicación urémica avanzada.
- Anemia severa refractaria a tratamiento transfusional y farmacológico, con
desenlace fatal por fallo multiorgánico.
Observaciones:
Se informa a familiares sobre el desenlace clínico, el esfuerzo terapéutico
multidisciplinario realizado, y la naturaleza irreversible del daño orgánico.
Se ofrece acompañamiento emocional y orientación sobre trámites postmortem. Se
documenta cierre de expediente clínico conforme a protocolo institucional.