del Profr. Arturo Rosales Toledo

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septiembre 01, 2025

 


Hace ya cuatro décadas, en un domingo cualquiera de la primavera de 1985 -el año en que tomé la decisión de estudiar economía- escuché atentamente un relato de mi papá que me asombró. Comprendí que hay cosas que no se miden en cifras, no se guardan en expedientes, ni aparecen en los libros de historia, pero sostienen la memoria de un pueblo, pues evocan las vivencias y testimonios de sus antepasados. Aunque ninguno de ellos haya sido un héroe, figura pública o activista social, sus pasos dejaron alguna huella preservándose en pláticas, en sobremesas largas y con narrativas que no buscan reconocimientos o aplausos.


Sucedió que el sol de la tarde ya se colaba por el viejo cancel de la sala de nuestra casa en Ciudad Neza. El aire olía a plantas regadas y patio barrido; dentro se mezclaban los aromas del mole de olla que mi mamá Gloria cocinaba y el brandy Don Pedro, servido en cubas de coca cola con limoncito. Mi papá, el profesor Arturo Rosales Toledo —“el Flaquito”, como lo llamaban sus amigos más cercanos— estaba sentado en su sillón. En el sofá, su viejo amigo de Cosoltepec el profesor Faustino Reyes —alias “el Boss” (Jefe)— se había acomodado con la familiaridad de quien solía visitar esa casa. Su plática, como tantas veces, había comenzado con anécdotas personales y poco a poco se transformaban en historias.




Al fluir de los tragos, el Boss hizo una pregunta que parecía sencilla: —Oye, Flaquito… ¿los tezoatecos son más católicos o liberales? Mi papá sonrió con una expresión que mezclaba sorpresa y templanza, luego respondió sin dudar: —Claro que somos católicos, pero no de los que se arrodillan sin pensar. Muchos tezoatecos creen en Dios, pero también en la libertad. Rara vez hay “santularios” (santurrones); más bien hay devotos… pero de espíritu liberal ¡Eso pienso yo!


Entonces mi papá aludió a la placa que está en el atrio del santuario del Señor de la Capilla, allá en Tezoatlán de Segura y Luna, donde se lee con orgullo: “Tezoatlán, cuna de la independencia en el estado de Oaxaca. Aquí fue proclamada por el Gral. B. Antonio De León el 19 de junio de 1821.” Como prueba de lo que decía, explicó a su amigo Faustino que esa frase no es adorno ni exageración, sino un reconocimiento de la ayuda de los tezoatecos en la lucha contra los españoles: —Ahí no hubo batallas ni se dispararon armas, pero fue en Tezoatlán, concretamente en el ranchito de “Las Peñas” (actualmente una agencia), donde se declaró la libertad oaxaqueña, confirmando la independencia de México.





Siguió contando con esa parsimonia muy propia para narrar sus historias, que mucho antes, durante el sitio de Huajuapan en 1812, mientras la insurgencia dirigida por Valerio Trujano resistía a los realistas con más fe que armas, en numerosos pueblos vecinos también había inconformidades, pues varios curitas dominicos manipulaban a la feligresía obedeciendo las órdenes del gran inquisidor de México (el Obispo de Antequera Antonio Bergosa y Jordán); sermoneando en sus púlpitos presionaban a los indígenas de denunciar la sublevación, so pena de ser ahorcados lentamente y condenados al purgatorio junto con toda la gente del odiado Cura Morelos. Tezoatlán fue uno de esos pueblos.



Desde Yanhuitlan hasta Tehuacán había destacamentos de realistas. Aunque las tropas virreynales (del general español José María de Régules) que rodeaban Huajuapan no estaban situadas de manera continua —pues había un pelotón por aquí, otro por allá— contaban con numerosos soldados regados en zonas clave para cerrar los caminos de los huajuapeños, realizando tareas de vigilancia, tiro e impidiendo la llegada de cualquier tipo de ayuda. Así confiaban los españoles en que, más tarde o temprano, se quebraría la resistencia.


Mi papá tomó un trago de su cuba y siguió relatando con inspiración: —Esto que te voy a platicar Faustino, nunca lo vas a encontrar en los partes militares, ni en los libros de historia, pero los arrieros: los López, los Vázquez de Silacayoapam, los Santiago, los Rosales que descienden del tatarabuelo de mi papá Abdón, y otros más, eran gente leal simpatizantes de Trujano. No por la política ni las proclamas, sino porque Trujano también fue arriero desde muchito (niño).


Toda esta gente humilde, de firme andanza y mirada aguda, curtida por el sol, el polvo y la lluvia, conocía cada sendero, río, barranca y cueva entre los matorrales, atestiguó de primera mano que el rumor era cierto: “los huajuapeños estaban encerrados a merced de los gachupines”, por eso los caminos que recorrían pasando por la capital Mixteca ya eran intransitables, en vez de mercadería circulaban los rumores o la desinformación, en los retenes el silencio era más valioso que un real de plata, e infundía más alarma ver un realista que un bandolero. Quizás por ello las tropas creían tener el control total del sitio, pero los arrieros de aquellos años se movían entre los cerros como sombras. No llevaban armas, pero sí tenían mucho ojo y oído para ver, escuchar e informar.



Debido a la penosa situación que vivía Huajuapan, un par de meses antes de la célebre hazaña del Indio de Nuyoo (José Remigio Sarabia Rojas), Trujano se vio obligado a buscar la ayuda de un cura insurrecto que mantenía tropas apostadas cerca de Texcala, en la región de Tehuacán, Puebla. Este cura (José María Sánchez) recibió el mensaje, reunió a sus hombres, cargó provisiones, pólvora y armamento, e inició la marcha hacia Huajuapan. Lamentablemente, en el trayecto fue emboscado por un pelotón de feroces soldados costeños al servicio de los gachupines, que exterminaron a casi todos. Quedó claro que no bastaban los mensajes ni las intenciones: se necesitaban tareas de estrategia para saber dónde estaban, cuántos eran y qué hacían los realistas. Desde entonces, la ayuda de los arrieros se volvió indispensable.


Cuando el Indio de Nuyoo logró entregar su mensaje a Morelos y este inició su avanzada desde Chilapa (Guerrero), en cada etapa de su marcha hacia la capital Mixteca no solo fue sumando más insurrectos, sino también iba recibiendo informes sobre la ubicación de los realistas, los caminos controlados, el número de soldados, los cañones que movían, etc. El avance insurgente se detuvo en el pueblo de Chila de las Flores por la necesidad de elaborar un plan de combate. que finalmente fue triunfal pues los vigías confirmaron los informes que los arrieros habían dado anticipadamente: los realistas estaban apostados desde Santa Teresa y la ribera del Río Mixteco, el Yucunitza, el Cerro de las Minas, el Calvario, el Panteón municipal y hasta los rumbos que llevaban hacia la Costa (Xochistlapilco) y Oaxaca (el Chacuaco).


El Cura Morelos pudo organizar un ataque con precisión. Para romper el sitio de Huajuapan no marchó a ciegas, sino que dividió sus tropas en cuatro fuerzas: Miguel Bravo encabezando la que rompería el cerco por el lado del panteón municipal; Hermenegildo Galeana al mando de la caballería que llegaría por el Cerro de las Minas; Vicente Guerrero atacando en Santa Teresa y la ribera del Río Mixteco; y finalmente, una tropa en su mayoría conformada por indígenas mixtecos, bajo las órdenes del propio Morelos, que se posicionaría en la retaguardia para combatir en los frentes que se estaban debilitando.

Los realistas, enterados con antelación de la llegada de Morelos, lanzaron el 23 de julio un vasto ataque contra Trujano, tratando de quebrar definitivamente su resistencia. Confiaban en su superioridad de armas y en el desgaste de los sitiados, pero fueron sorprendidos por el plan de Morelos. Las fuerzas insurgentes llegaron por todos lados y los envolvieron bajo fuego, provocándoles miedo y caos. Se supo que el general español confesó a sus hombres que todo estaba perdido y era mejor retirarse. Sin otra posibilidad de defensa, huyó hacia Yanhuitlán, abandonando no solo armas y provisiones, sino también a su propia gente. El sitio terminó con una desesperada retirada de los realistas, sellando la victoria insurgente. Ese triunfo fue celebrado por los sitiados, los jefes insurgentes y, especialmente, por arrieros e indígenas —mixtecos y tezoatecos— que dieron batalla en la medida de sus posibilidades, convencidos de luchar por la libertad con el favor divino.



Mi papá se quedó mirando su vaso, como si ahí flotara el recuerdo, y concluyó con tono pausado: —Mira, Faustino… los tezoatecos no traían fusil ni uniforme, pero sí traían coraje y no se rajaron. Se metieron por los cerros, llevaron mensajes, dieron informes, le entraron a los trancazos… y todo sin esperar ni una medalla ¡Eso no se olvida, aunque nadie lo escriba!


Esa tarde, mientras el sol se apagaba sobre Ciudad Neza cediendo su luz a los focos de la casa y el brandy se evaporaba del último sorbo de los vasos de cuba, la admiración del Boss fue más elocuente que cualquier otra explicación. Con su mirada atenta asintió a todo lo que relató mi papá, aceptando que hubo héroes que no aparecen en los libros ni tienen homenajes, pero sus manos verdaderamente construyeron la patria sin pedir aplausos y su obra quedó plasmada en la memoria del pueblo.

M.M. Perseo Rosales Reyes



agosto 14, 2025

Este viernes 15 de agosto de 2025, el calendario nos devuelve a una fecha que vibra en la memoria de los que somos admiradores del rock. Pues fue un viernes de 1969 cuando la parcela de una granja neoyorkina se convirtió en el escenario de algo más que un festival: Woodstock. Ahí creo que definitivamente surgió el rock contemporáneo, porque ya no era música solo para bailar, ni para escandalizar la moral de los adultos de esa lejana década, sino surgió como una forma de protestar por las barbaridades del mundo, de compartir ideales, de resistir y de soñar.

No soy un profesional, musicólogo, ni periodista, simplemente soy un aficionado al rock que ha encontrado en sus acordes, sus letras y sus cantantes una forma de sentir la vida. Y hoy, con esta fecha en la mente, me di a la tarea de pensar en los momentos que, desde mi punto de vista, marcaron la transformación del género, pues el rock dejó de ser la música de los “rebeldes sin causa” y se convirtió en un sonido de múltiples expresiones y evocaciones de la memoria.

Creo que hay tres momentos clave que dibujan el mapa emocional del rock. El primero es su nacimiento como rock and roll en los años cincuenta, entonces fue un ritmo frenético, de la juventud desbordada, era una chispa de rebeldía que encendió todo y abrió el espacio a eso que después se llamó la contracultura. El segundo fue Woodstock, donde el rock se volvió conciencia, comunión, espejo de una generación que buscaba algo más. Y el tercero fue el resurgimiento del rockabilly, que con su estética cuidada y su aire nostálgico, honra los orígenes sin perder frescura pero desligado de alguna tendencia psicosocial.

No pretendo hacer historia ni dar lecciones a nadie. En esta publicación solo quiero compartir videos representativos del rock y expresar lo que pienso como aficionado, como alguien que ha vibrado con los riffs y acordes, o con cada rola. Porque el rock, aunque se ha fragmentado en estilos diversos—heavy, tecno, psicodelia, punk, glam, grunge, indie, etc.— dibujan el mapa emocional de un género que nunca ha dejado de latir desde que nació.

 Atentamente
M.M. Perseo Rosales Reyes
Agosto de 2025


I. El surgimiento del rock & roll: juventud y rebeldía

A mediados de los años cincuenta, Estados Unidos vivía una aparente calma tras la Segunda Guerra Mundial. Pero en ese ambiente, una nueva generación comenzaba a sacudirse las normas y convenciones impuestas por sus padres. Chuck Berry, un joven afroamericano de St. Louis, canalizaba sus inquietudes personales—la discriminación racial, la frustración social y el deseo de independencia—realizando un estilo musical que rompía moldes. En 1955 se dio a conocer con “Maybellene”, una adaptación del tema country “Ida Red”, que fusionaba el ritmo del rhythm & blues utilizando una guitarra eléctrica punzante y letras que hablaban de autos, chicas y deseos juveniles. Chuck Berry, influenciado por el blues de T-Bone Walker y el country que escuchaba en la radio, creó un lenguaje sonoro completamente nuevo: riffs vibrantes, letras que capturaban la vida adolescente y una presencia escénica electrizante.

Esa nueva música hablaba de velocidad, rebeldía y libertad, conectando con una juventud que comenzaba a cuestionar los valores y conductas tradicionales. Canciones como “Roll Over Beethoven”, “Johnny B. Goode” y “Rock and Roll Music” no solo definieron el sonido del rock & roll, sino también su actitud. Pero Chuck Berry también vivía en tensión con el sistema. En 1959 fue arrestado por violar leyes que prohibían transportar a una menor. Aunque el caso estuvo marcado por prejuicios raciales y ambigüedades legales, Chuck Berry fue condenado a un año y medio en prisión. Esta experiencia lejos de silenciarlo reafirmó su impulso creativo: el deseo de romper barreras, de hablarle directamente a los jóvenes, de sacudir los convencionalismos impuestos por una sociedad conservadora. Fue, sin duda, el autor del lenguaje sonoro que daría forma al rock.

Chuck Berry no estaba solo. Su estilo musical se expandió con los aportes de varios talentos. Little Richard, con su voz explosiva y su piano frenético, gritaba “Tutti Frutti”, mientras Elvis Presley grababa “Heartbreak Hotel”, convirtiéndose en el ídolo de una juventud que lo veía como una mezcla de sensualidad, rebeldía y estilo. Jerry Lee Lewis, con “Great Balls of Fire”, incendiaba los escenarios con su energía desbordante. Bill Haley & His Comets se convirtieron en los primeros rockstar ocupando el número dos del Billboard con “Rock Around the Clock”, marcando el primer gran hit comercial del género.

Durante esta etapa, otros artistas como Roy Orbison (“Oh, Pretty Woman”), The Beach Boys (“I Get Around”), The Kinks (“You Really Got Me”) y The Animals (“The House of the Rising Sun”) también dominaron las listas, consolidando el rock & roll como un fenómeno masivo.

El sonido del rock & roll en su etapa inicial era crudo, directo y contagioso. Las guitarras eléctricas marcaban riffs simples pero inolvidables, acompañadas por contrabajos tocados con slap, baterías de ritmo acelerado y pianos que estallaban en cada compás. Las voces eran viscerales, llenas de gritos, gemidos y carcajadas, como si cada interpretación celebrara el cuerpo y la libertad. No había ornamentos: solo ritmo, actitud y una moda tan provocadora como su sonido. Los jóvenes adoptaron un estilo que desafiaba la formalidad de sus padres: chaquetas oscuras de cuero, jeans ajustados, camisetas blancas y botas de motociclista. Elvis Presley popularizó los pantalones entallados, las camisas semiabiertas y los peinados con brillantina que rompían con la estética conservadora. Little Richard, por su parte, rompía esquemas con trajes brillantes, maquillaje llamativo y peinados altos, fusionando teatralidad con irreverencia. Las chicas también se sumaron al cambio: faldas en línea A con tobilleras, blusas ceñidas, chaquetas de mezclilla y peinados voluminosos con cintas o pañuelos. El rock & roll no solo se escuchaba, se vestía. Cada prenda era una declaración de independencia, una forma de decir “no” al conformismo.

A mediados de los años sesenta, este espíritu rebelde cruzó el Atlántico y se -reinventó en la llamada Invasión Británica. Grupos como The Beatles, The Rolling Stones, The Kinks y The Who tomaron la esencia del rock & roll estadounidense y la transformaron en un fenómeno global. Influenciados por el blues, el rhythm & blues y el beat, estos artistas británicos aportaron sofisticación melódica, letras más introspectivas y una estética que combinaba elegancia con irreverencia. The Beatles, con su carisma y armonías vocales, conquistaron Estados Unidos presentándose en The Ed Sullivan Show en 1964 con su canción "I Want to Hold Your Hand", y con ello marcaron el inicio de una memorable era. The Rolling Stones, más crudos y provocadores, canalizaron la energía del rock en himnos como “Satisfaction (I Can’t Get No)”. The Kinks, con un estilo cortante y letras urbanas, y The Who, con su teatralidad explosiva, ampliaron los límites del género. Esta ola británica no solo revolucionó el rock & roll, sino que lo internacionalizó en una decada intensa (1965-1975), convirtiéndolo en un lenguaje común para la juventud del mundo entero.

Pero como toda revolución, el rock & roll no se detuvo en su primer estallido. A medida que el mundo cambiaba rápidamente, también lo hacía su sonido. La juventud que bailaba frenéticamente en los años cincuenta transformó su percepción, creando una conciencia que cuestionaba guerras, sistemas y valores. Así, el rock se transformó en algo más profundo, más complejo: una música para pensar, para resistir, para sanar.

 

II. Woodstock y la transformación del rock: protesta y psicodelia

Los festivales fueron, sin duda, el escenario donde la comunión musical del rock se transformó en catarsis colectiva. El Monterey Pop Festival, celebrado en junio de 1967 en California, fue pionero en reunir a artistas como Jimi Hendrix, Janis Joplin, The Who y Otis Redding, en un evento que combinó música, caridad y espíritu experimental. También el Festival de la Isla de Wight, en el Reino Unido, comenzó a gestarse desde 1968 como un espacio de encuentro entre el rock emergente y las multitudes europeas. Estos eventos demostraron que el rock podía trascender el formato de concierto para convertirse en un ritual masivo, preludiando lo que sería Woodstock: una explosión cultural sin precedentes.

El 15 de agosto de 1969, una granja en Bethel, Nueva York, se convirtió en el epicentro de una revolución cultural. Más de 400,000 jóvenes se congregaron para presenciar el Festival de Woodstock, un evento que comenzó como una celebración musical y terminó como un manifiesto generacional. El primer día empezó con Richie Havens, quien improvisó el himno “Freedom” ante la demora de otros artistas, marcando el tono espiritual y urgente del festival. Le siguieron actos de folk como Sweetwater, Bert Sommer, Tim Hardin y Ravi Shankar, cuya interpretación bajo la lluvia añadió una dimensión mística.

El segundo día, el sábado 16 de agosto trajo el poder del rock con la explosiva presentación de Santana, un joven guitarrista mexicano que aún no había publicado ni siquiera un disco de 45 rpm, pero su estilo musical hipnotizó a la asistencia por una fusión de rock, jazz y ritmos latinos. Su interpretación de “Soul Sacrifice” fue un climax del festival, con percusiones frenéticas, solos de guitarra cargados de espiritualidad y una energía que parecía canalizar el pulso colectivo de medio millón de seres. Ese día también se presentaron Janis Joplin, Creedence Clearwater Revival, The Who y Jefferson Airplane, quienes tocaron hasta el amanecer del domingo.

El tercer día, el 17 de agosto, culminó con la presentación de Crosby, Stills, Nash & Young, y finalmente, Jimi Hendrix cerró el festival el lunes por la mañana con una versión distorsionada y pausada del himno estadounidense. Su interpretación, cargada de feedback y disonancia, se convirtió en un grito eléctrico contra la guerra de Vietnam y en el símbolo sonoro de una generación que buscaba paz, conciencia y transformación. Toda su actuación en Woodstock, acompañado por su banda improvisada Gypsy Sun and Rainbows, fue una mezcla de blues, psicodelia y protesta sonora. Con su guitarra, Hendrix imitó el estruendo de bombas, sirenas y disparos, convirtiendo el “Star-Spangled Banner” en una obra de arte política. Fue el momento en que el rock dejó de ser solo música y se convirtió en un lenguaje simbólico, capaz de narrar el dolor colectivo y proyectar la esperanza de transformación.

Particularmente la ropa en Woodstock fue una explosión de libertad, espiritualidad y contracultura. Los jóvenes se liberaron de las estructuras rígidas favoreciendo el uso de túnicas, pantalones acampanados, blusas bordadas, ponchos, collares de cuentas, cintas en la cabeza y pies descalzos o con sandalias. Cada prenda hablaba de paz, de conexión con la tierra, de rechazo al sistema. Los colores eran vibrantes, los estampados psicodélicos, y los materiales naturales: algodón, lino, cuero sin tratar. Carlos Santana vestía con camisas sueltas y pantalones blancos, mientras Janis Joplin combinaba plumas, gafas redondas y collares múltiples. Jimi Hendrix, con sus chaquetas militares, pañuelos y pantalones de terciopelo, encarnaba la fusión entre protesta y teatralidad. Entonces la moda era ritual: cada atuendo en el escenario era una declaración política, espiritual o estética. El rock se vestía con libertad, con introspección, con deseo de transformación. La indumentaria no era accesorio, sino manifiesto. En Woodstock, cada cuerpo era lienzo, cada prenda una consigna, cada color una emoción compartida. Toda esa estética hippie no solo acompañaba la música: la amplificaba, la encarnaba, la volvía visible.

Por todo lo anterior, Woodstock no solo fue el clímax de una década convulsa, sino también el punto de inflexión que separó definitivamente al rock & roll de sus raíces bailables y juveniles. El evento mostró que el rock podía ser espiritual como Santana, visceral como Janis Joplin, teatral como The Who, filosófico como Crosby, Stills, Nash & Young, y profundamente visionario como Jimi Hendrix. A partir de este festival, el rock adquirió una identidad propia: más introspectiva, más experimental, más comprometida con las causas sociales.

Este giro también se reflejó en el surgimiento de las óperas rock que llevaron el género a territorios narrativos y escénicos más ambiciosos. En 1969, The Who estrenó "Tommy", una obra conceptual sobre un niño traumatizado que se convierte en líder espiritual, combinando rock, teatro y crítica social. En 1970, "Jesus Christ Superstar", de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice, reimaginó la pasión de Cristo desde una perspectiva contemporánea, con guitarras eléctricas y coros que mezclaban lo sacro con lo rebelde. Y en 1979, Pink Floyd lanzó "The Wall", una introspección sobre el aislamiento, la guerra y la alienación, que se convirtió en una de las obras más influyentes del rock progresivo. Estas óperas rock mostraron que el género podía contar historias complejas, explorar emociones profundas y dialogar con el teatro, la política y la filosofía, por eso, lo que antes era solo un ritmo para bailar se transformó en música para pensar, para sentir, para protestar.

Desde entonces, el rock dejó de ser solo un entretenimiento juvenil y se convirtió en una forma de arte que podía narrar el mundo, denunciarlo o reinventarlo. El sonido que emergió en Woodstock—con sus guitarras eléctricas como grito, sus voces como manifiesto y sus escenarios como ritual—es el que predomina hasta hoy en las múltiples variantes del rock contemporáneo, que representan una constelación de estilos. El heavy metal, con bandas como Black Sabbath, Metallica y Iron Maiden, llevó la distorsión y la potencia a niveles extremos. El rock sinfónico, representado por grupos como Pink Floyd y Yes, incorporó arreglos orquestales y estructuras complejas. El tecno-rock y el synth-pop, con artistas como Depeche Mode y New Order, fusionaron guitarras con sintetizadores. También surgieron el punk (The Ramones, Sex Pistols), el grunge (Nirvana, Pearl Jam), el indie (Radiohead, Arctic Monkeys) y el rock alternativo (Red Hot Chili Peppers, Muse). Cada estilo conserva el espíritu del rock: la búsqueda de identidad, la crítica social y la energía transformadora.

 


III. El regreso del rock & roll: nostalgia y estilo

Mientras el rock evolucionaba en múltiples direcciones hubo una corriente nostálgica que seguía mirando hacia el pasado. En los años setenta, el movimiento rockabilly resurgió como un homenaje al espíritu original del rock & roll. No era solo una moda pasajera, sino una reivindicación emocional de los orígenes. Había fans de todas las edades, pero predominaban especialmente aquellos que habían crecido con Elvis Presley, Little Richard y Chuck Berry. Comenzaron a reunirse en clubes, festivales y producciones teatrales que celebraban la estética de los años cincuenta, como si quisieran detener el tiempo en una época donde el ritmo era rebelde, pero aún ingenuo.

Elvis Presley, aunque físicamente decadente por los años, seguía siendo el Rey. Su regreso en 1968 con el “Comeback Special” y su presencia magnética en Las Vegas durante los años setenta lo reafirmaron como un ícono eterno. Jerry Lee Lewis también volvió a los escenarios, con una mezcla de rock y country que mantenía viva la llama del piano incendiario y la actitud desafiante. El revival no solo recuperaba sonidos: recuperaba gestos, miradas, formas de estar en el mundo.

En 1971, el musical Grease debutó en Chicago, y su adaptación cinematográfica de 1978, protagonizada por John Travolta y Olivia Newton-John, se convirtió en un fenómeno global. Grease no solo contaba una historia de amor adolescente: era una carta de amor al rock & roll, a los peinados altos, a los autos brillantes y a los bailes en los diners y cafeterías. La película capturó el espíritu de una generación que, aunque ya adulta, seguía bailando al ritmo de sus recuerdos.

El rockabilly trajo consigo una estética nostálgica, cuidadosamente estilizada. Los hombres retomaron los peinados pompadour, las chaquetas de cuero, los jeans de corte recto y las botas tipo creepers. Las camisas con estampados retro, los pantalones de tiro alto y los lentes oscuros evocaban los años dorados del rock & roll, donde cada prenda era una declaración de actitud. Las mujeres lucían faldas circulares con crinolinas, vestidos entallados con estampados de lunares, complementados con tobilleras o tobimedias, sus labios rojos impecables y peinados altos con ondas marcadas. Era una estética que combinaba coquetería con fuerza, glamour con autonomía. En cada festival, club o escenario, la moda rockabilly se convirtió en una celebración visual del pasado. No era solo una copia: era una reinterpretación afectiva, una forma de rendir homenaje al espíritu original del rock & roll.

Entonces, este tercer momento no fue una simple repetición, sino una revalorización donde el rock & roll reclamaba su lugar como forma de expresión, de identidad, de pertenencia, en la memoria de muchos, negándose a desaparecer en un mundo que cambiaba rápidamente. La estética y el sonido se entrelazaban para resistir el olvido, para recordar que el origen del rock no solo fue musical, sino también visual, emocional y profundamente humano.

 

Finalmente

El rock & roll no solo es un género musical, es una pulsación cultural que atraviesa generaciones, cuerpos e imaginarios. Su origen, en los márgenes sonoros del rhythm & blues y el country, fue una chispa que encendió una revolución estética y emocional. Desde los primeros compases de Chuck Berry y los alaridos de Little Richard, el rock se convirtió en un lenguaje visceral, capaz de nombrar lo innombrable, de canalizar el deseo, la rabia, la euforia y la melancolía de una juventud que buscaba romper con los moldes heredados.

A lo largo de las décadas, el rock se transformó en ritual colectivo. En escenarios como Woodstock, se fundió con la tierra, el cuerpo y el espíritu, revelando su capacidad de convocar multitudes en torno a una experiencia sonora que era también política, espiritual y estética. Las guitarras eléctricas se volvieron armas simbólicas; los atuendos, manifiestos visuales; los gestos, coreografías de resistencia. Cada estilo—del glam al punk, del grunge al indie—aportó nuevas capas de significado, nuevas texturas emocionales, nuevas formas de habitar el mundo.

Hoy, el rock conserva una esencia: la búsqueda de autenticidad, la necesidad de expresión, el impulso de libertad. En sus acordes hay historia, pero también futuro. En sus letras hay protesta, pero también poesía. En su estética hay recuerdo, pero sobre todo memoria. En los siguientes videodocumentales se relata y se muestra algo del metraje de imágenes de todo aquello que rodeo al festival de Woodstock, el evento que definitvamente transformó al rock en un a experiencia total, y donde la identidad se construyó por entre las letras de las canciones, las voces, los acordes, los bailes y las expresiones de los asistentes.

Woodstock 1969

Woodstock, tres días que marcaron una generación (Parte I)


Fuentes de consulta

Las Historias del Rock. (n.d.). Chuck Berry: El pionero que definió el rock and roll.
https://lashistoriasdelrock.com/chuck-berry-pionero-definio-rock-and-roll

Onda Cero. (2025, agosto 6). Historia de las discográficas: llega el rock and roll [Podcast].
https://www.ondacero.es/programas/mas-de-uno/audios-podcast/jf-the-end/historia-discograficas-llega-rock-and-roll_202508066893370a5f8fa325be220c60.html

Expansión Life and Style. (2019, agosto 15). Woodstock 1969: Los tres días que cambiaron el mundo.
https://lifeandstyle.expansion.mx/entretenimiento/2019/08/15/woodstock-1969-los-tres-dias-que-cambiaron-el-mundo

Sonidos Retro. (n.d.). Festival Woodstock 69: Un concierto y evento histórico.
https://sonidosretro.com/decada/musica-de-los-60/festival-woodstock-69/

Freim TV. (n.d.). Rebel Cats: reinventando el rockabilly mexicano desde 2005.
https://www.freim.tv/rebel-cats-reinventando-el-rockabilly-mexicano-desde-2005/

Wikipedia contributors. (n.d.). Tommy (The Who album). Wikipedia.
https://en.wikipedia.org/wiki/Tommy_(The_Who_album)

Wikipedia contributors. (n.d.). The Wall. Wikipedia.
https://en.wikipedia.org/wiki/The_Wall


julio 18, 2025

 

Cada mes de julio, Oaxaca se convierte en un escenario vivo donde la tradición se viste de colores, música, sabores y memoria. En el famoso Lunes del Cerro, celebrado en las fechas más cercanas al 16 de julio —día de la Virgen del Carmen—, se reúnen miles de personas que, con entusiasmo y emoción, dirigen su atención al auditorio del Cerro del Fortín para atestiguar las danzas, rituales y expresiones de las delegaciones provenientes de las ocho regiones del estado. Lo que ahí ocurre no es solo un espectáculo: es una explosión de júbilo colectivo, una celebración que reafirma el orgullo de ser oaxaqueño. La Guelaguetza se ha convertido en la máxima fiesta de los pueblos, donde cada paso de danza y cada nota musical es una ofrenda de felicidad compartida.

Pero la celebración no se queda en el cerro. El centro de la capital se llena de aromas, sabores y sonidos: desde el Llano hasta el Zócalo, pasando por mercados y calles empedradas, se saborean tlayudas, tejate, mezcal y dulces regionales, mientras el aire vibra con bandas, calendas y saludos en lenguas originarias. En cada esquina hay convite, risas, abrazos, música que contagia, y jóvenes que bailan heredando una historia. La Guelaguetza invade el alma y el paladar, y se comparte como se comparte el corazón. Es una fiesta donde el gozo se multiplica, donde los pueblos se reconocen en su diversidad y se abrazan en su hermandad.

El término “Guelaguetza” proviene del zapoteco guendalezaa, que significa ofrenda, presente o cumplimiento. Para los antiguos zapotecas, la ofrenda era inseparable del trabajo de la tierra: cultivar, cosechar y entregar los frutos a sus deidades como acto de gratitud. Figuras como Centéotl, diosa del maíz maduro, y Pitao Cozobi, dios de la cosecha y la abundancia, reflejan la conexión entre lo sagrado, lo comunitario y el alimento que sostiene al pueblo. En cada danza inspirada por cualesquiera de las deidades hay alegría, hay júbilo, pero también existe la reverencia y la veneración.

La Guelaguetza moderna nació en 1932 sobreponiéndose a un periodo de drama y pesimismo, entonces durante los festejos del IV Centenario de la ciudad de Oaxaca, con el llamado Homenaje Racial, se realizó una representación donde las siete regiones tradicionales ofrecieron danzas y productos típicos como símbolo de unidad. Desde esa fecha, la celebración ha evolucionado hasta convertirse en un evento internacional que honra la diversidad, el orgullo cultural y la identidad de los pueblos que, año con año, se preparan con esmero para compartir lo mejor de sí.

Por décadas la Guelaguetza vivió en la memoria de quienes la presenciaban. Luego llegaron las cámaras, la radio y la televisión pública —especialmente CORTV, que ha transmitido el evento por señal abierta y medios culturales. Hoy, la fiesta también se vive en el mundo digital: gracias al streaming en redes sociales, la tradición llega a miles de pantallas en América Latina y más allá. Así, el orgullo de Oaxaca se multiplica, se expande, y toca corazones que laten al ritmo de sus sones. Por eso, desde ART, Nido de Ideas invitamos al público lector a presenciar la transmisión completa de la Guelaguetza 2025 en YouTube, con más de dos horas de música, danza y cultura viva.



julio 16, 2025

Desde el 26 de junio, la Ciudad de México abrió un umnbral de lo extraordinario con El Laberinto de Tim Burton, que se instaló en el Lienzo Charro de Constituyentes, transformando ese recinto en un pasaje sensorial hacia los mundos oscuros, dulces y asombrosamente poéticos del director californiano. La experiencia es mucho más que una exposición: es una travesía que pulsa al ritmo de la imaginación, donde cada visitante es protagonista de su propia odisea visual.


Autorizada e inaugurada por el propio Tim Burton, esta muestra ofrece más de 300 rutas posibles. Cada recorrido es una espiral distinta, una travesía inmersiva por los recovecos de la mente del creador. Aquí no hay mapas ni pasillos convencionales: solo puertas que murmuran historias, luces que parpadean como pensamientos inconclusos, y personajes que abandonaron el celuloide para cobijarse en un espacio que respira fantasía.

La ruta que yo recorrí me llevó por salas extraordinarias donde habitan los vestigios de sus películas icónicas: bocetos originales, vestuarios enigmáticos, escenografías que casi conversan, objetos inéditos que Tim Burton guarda como fragmentos de su alma. El bosque marchito de El cadáver de la novia, los excesos cromáticos de Charlie y la fábrica de chocolate, el eco de Beetlejuice, la aventura de Marcianos al ataque y la melancolía eterna de El joven manos de tijera se entrelazan como estaciones de un periodo emocional.

Una hora bastó para perder la noción del tiempo. Porque, al igual que en sus películas, en El Laberinto el tiempo se pliega y se estira, se transforma y se disuelve. Uno no sale como entró: se lleva consigo una parte de ese universo burtoniano, hecho de sombras tiernas y colores imposibles.

Si quiere un vistazo íntimo a lo que viví entre esos muros encantados, le invito a ver mi video de 3 minutos dentro del laberinto. Acompáñeme por ese rincón de lo irreal que materializó Tim Burton:

@yomicubo_online Mi vídeo de 3 minutos dentro del Laberinto de Tim Burton. #yomicubo_online #addclipvideo #ellaberintodetimburton #yomicubo ♬ 30 Minutes of Silence - Silenzio



mayo 09, 2025

¡Eres la dulce protectora de mis sueños! ¿Eres la fuente permanente de mi protección espiritual!  ¡Eres la tejedora incansable de mis esperanzas! En tus manos floreció mi vida, y en tu mirada y abrazo cálido encuentro el consuelo de mi pesimismo, por eso eres una gran luz en mi oscuridad, un puerto seguro cuando el mundo se convierte en una tormenta.

Hoy, como desde mi primer latido, mereces mi gratitud, mereces mi respeto y mi homenaje que quiero profesarte con estas palabras, tratando de ofrecerte mi cariño, mi amor y mi ternura, que espero aceptes infinitamente como es tu bondad, tu paciencia y tu amor, donde se guarda la esencia más pura de la vida.

Tus sacrificios, silenciosos y amorosos, son el hilo que une los corazones de la familia, de los hermanos, tu voz siempre es el susurro que calma, la fuerza que alienta, la caricia que nunca se olvida, por eso ¡Querida Mamá eres la eternidad de nuestro amor!

¡Feliz Día Mamá Gloria, Elia, Lizbeth, Hera y Edilia!


Las Madres mexicanas sostienen todo con su amor

La madre mexicana no es solo quien cuida y cría; es la esencia del hogar, el espíritu que da forma a la identidad de su familia. Desde tiempos inmemoriales, su presencia ha sido el sostén emocional y moral de generaciones, el eje sobre el que se construyen los valores y los lazos familiares. Su sacrificio no es grandilocuente ni busca reconocimiento: se manifiesta en actos cotidianos, en la mirada que entiende sin palabras, en la comida servida con amor, en el esfuerzo silencioso por dar lo mejor a los suyos, aunque signifique postergarse a sí misma.


Algunos retratos de la Mamá en el cine

El cine de oro mexicano ha plasmado distintas dimensiones de la maternidad: desde la protectora incansable hasta la madre silenciada por el destino.

1) En Los olvidados (1950), dirigida por Luis Buñuel, la maternidad se aborda desde una perspectiva cruda: la madre es una figura ausente, superada por la pobreza y la violencia, incapaz de ser refugio para su hijo. Un retrato desgarrador de una realidad que muchas mujeres han enfrentado en el país.

2) Por el contrario, ¡Acá las Tortas! (1951), dirigida por Juan Bustillo Oro, nos muestra a una madre luchadora, interpretada por Sara García. Aquí, la maternidad es resistencia pura: la mujer que sostiene a su familia a través del trabajo y el sacrificio, capaz de enfrentar desprecios y dificultades sin perder la esperanza ni el amor por los suyos.

3) Cuando los hijos se van (1969), dirigida por Julián Soler, presenta una maternidad marcada por la tragedia y el perdón. La madre, encarnada por Amparo Rivelles, enfrenta la separación de sus hijos con dolor, pero también con la sabiduría de quien sabe que el amor no depende de errores o decisiones equivocadas, sino de su capacidad infinita de comprensión.

4) Finalmente, El lugar sin límites (1978), dirigida por Arturo Ripstein, muestra una maternidad en un entorno adverso, donde el sacrificio y la lucha por la protección de los hijos se vuelve una batalla diaria. Aquí, la madre, interpretada por Lucha Villa, representa la fuerza femenina en tiempos difíciles.

Del hogar hacía el mundo

El rol materno en México ha cambiado con el tiempo. Antes, la vida de una madre mexicana giraba en torno al hogar, los hijos y las expectativas de una sociedad que veía en la maternidad su principal razón de ser. Pero los tiempos han cambiado y, con ellos, la madre mexicana ha encontrado nuevas formas de expandir su mundo sin perder su esencia. Hoy, sigue siendo la guardiana del hogar, pero también se ha convertido en una mujer empresaria, profesional, líder, activista. Se ha abierto paso proyectándose en espacios que antes eran ajenos, sin dejar de ser el pilar emocional de su familia, por eso la madre mexicana del siglo XXI no se limita a una sola función. Ahora, busca el equilibrio entre el amor familiar y su propio desarrollo personal, demostrando que el cuidado no está peleado con la independencia. La maternidad ya no es sinónimo de renuncia, sino de reinvención: mujeres que crían, que trabajan, que sueñan, que construyen su camino sin dejar de ser el refugio de sus hijos. Su evolución ha sido necesaria y poderosa, pero en el fondo, su esencia sigue intacta: amor infinito, entrega sin condiciones, fortaleza imparable.

Las Madres eternas y sus raíces que nunca se quiebran

Más allá de los cambios sociales, más allá de las distintas formas de ser madre en México, hay algo que permanece intocable: su amor como fuerza central de la familia. No importa el tiempo, la adversidad ni las circunstancias. La madre mexicana sigue siendo la columna que sostiene, el corazón que guía, la mano que da sin esperar. Un ejemplo de resistencia, de amor genuino, de esa ternura que sobrevive a todo. Porque cuando todo lo demás falla, ahí está ella, lista para sostener, abrazar y seguir adelante.

Las mentiras de Mamá

En 2016, FUD quiso tocar fibras sensibles con su spot "Tu Mamá Miente", dirigido por Luis Mandoki y narrado por Diego Luna. La idea era mostrar esas pequeñas "mentiras" que todas las mamás dicen para protegernos, darnos ánimos o hacernos la vida más fácil. El spot muestra escenas cotidianas donde una madre esconde sus preocupaciones o exagera su optimismo para cuidar emocionalmente a sus hijos. Pero lejos de ser engaños, esta actitud proviene desde el amor filial y el deseo de verlos felices. La producción estuvo a cargo de la Agencia Terán-TBWA, con expertos como Martín Hernández en el sonido. El spot se transmitió en televisión, cine y plataformas digitales, logrando que más de una persona soltara las lágrimas y pensara en todo lo que su mamá se ha sacrificado. Porque sí ¡las mamás dicen "mentiras"! pero si algo nos enseña su vida y sacrificio es que siempre lo hacen por el amor a sus hijos.

A continuación posteo este grandioso spot y extiendo mi invitación para verlo, a todos aquello hij@s agradecidos con su querida mamá:

Atentamente                    
M.M. Perseo Rosales Reyes

Fuentes: 

Tu mamá miente: el video de Diego Luna y FUD para el Día de las Madres. Merca2.0 (9 de mayo de 2016). https://www.merca20.com/mama-miente-video-fud-diego-luna-dia-las-madres/


enero 03, 2025

En esta época del año llena de alegría y reflexión, es un momento perfecto para celebrar con nuestros seres queridos, valorar lo que tenemos y reflexionar en lo que esperamos, pero que será la obra de las acciones y decisiones de cada uno, por eso también en esta época hay que darse tiempo de considerar los cambios positivos que cada quien podemos hacer en nuestras vidas y que empiezan por los deseos y los propósitos.

En la siguiente publicación se expresan los deseos para que cada familiar del profesor ART, tenga un maravilloso y próspero año 2025:


Liz:

En el aula de tus clases deseo que reine la armonía, con tu sabiduría como guía, que tu corazón esté lleno de entusiasmo y pasión, al enseñarle a tus alumnitos inspirándolos a aprender y a tu familia mostrarle cómo crecer.


Hera:

Con vitalidad e inspiración deseo que logres tu propósito que es tu misión, siendo ejemplo de tu familia en cada acción y con cada decisión, así como seguir de guía y lideresa en la educación.


Gloria:

Llena de fortaleza y mucha paciencia deseo que transmita sus consejos, sus experiencias, siendo ejemplo de amor y dedicación, guiando a sus hijos y nietas hacía una vida plena de valores y gran inspiración.


Eurídice:

Que haya empatía e inspiración en tu labor pues deseo que cada día seas mejor. Esfuérzate por ser una gran persona con amor y dedicación y una gran profesora para crecer junto a tus alumnitos en cada año y con cada lección.


Ekaterina:

Desde siempre deseo que tengas éxito y comprensión en tu caminar, cultivando amistades fuertes y sinceras en tu andar, sin olvidar que siendo hija y hermana, has de compartir amor y dedicación, para crecer en tu carrera y en el corazón.


Larissa:

Deseo que siempre haya felicidad e ilusión en tu mirar, que tu trabajo en el mar ayude a que tus sueños se hagan realidad sin cesar, navegando por las aguas de la vida con pasión y valentía, pero ya sea en algún lugar o en el manglar, vive felizmente tu fantasía.



Kelcyra:

Siendo una persona encantadora deseo que en cada tarea tu alegría brote sin demora. Además del amor a tus perrijos, que siempre tengas razones para sonreír, desempeñar tu labor sin desistir y con la nobleza de tu corazón así seguir.


Lizbeth:

Como esposa, hija y enfermera ejemplar, deseo que encuentres inspiración en el amor y en tu vocación. Cuida a tus pacientes con profesionalismo y dedicación, pero en casa, a tus hijas y a tus padres cuidar, dándoles ternura y alegría constante, sin cesar.



Perseo:

En tu búsqueda de paz y serenidad, deseo que vivas sin egoísmo ni maldad. Como empleado, quizás tu dedicación se notará, pero ser un hijo, hermano y padre ejemplar, requiere de tu honestidad y paciencia como las premisas, así tendrías una vida de nobleza y sin prisas.


Efraín:

La generosidad ya habita en tu corazón, sin embargo, deseo que al frente de tu familia más prosperidad te transmita, pues tienes una bondad inquebrantable al litigar, a otros ayudar, siendo un verdadero faro de justicia dentro y fuera de tu hogar.



Enero de 2025






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