Transcurrían los meses de clases en el Instituto Federal de Capacitación del Magisterio, I.F.C.M. en Oaxaca de Juárez, cuando en su curso de literatura universal el joven aspirante de profesor, Arturo Rosales Toledo, tuvo la primera oportunidad de leer el Libro de la Mitología Griega. En ese entonces empezó leyendo los mitos de los dioses y su fantástico olimpo, aunque poco a poco fue adentrándose, o como decía él: "me fui embebiendo en más y más historias..." hasta ser cautivado por las epopeyas y las hazañas de Ulises, de Edipo, de Jasón, de Orfeo, de Prometeo, y por supuesto... de la historia de Perseo y de Hera.
Particularmente el joven Arturo Rosales creía en un destino preestablecido que toda persona debe de cumplir, a veces más tarde o a veces más temprano. Sin embargo, el verdadero valor de un hombre o una mujer, decía él en su Nido de Ideas: "siempre depende de la calma y la inteligencia para enfrentar los retos de ese destino". Quizás por ello las leyendas de Perseo, de Hera y de Orfeo le parecieron muy especiales, pues representaban los valores que él asumía y admiraba, estos son: la paciencia, la superación, la determinación, el sentido de justicia, la honradez y el amor, que consideraba como las cosas más positivas ante la adversidad de un mal destino.
A medida que avanzaba en la lectura de la mitología, encontró el relato de Perseo que lo cautivó porque, en síntesis, contaba lo siguiente: El dios supremo Zeus descendió en forma de una nube para envolver y embarazar a la joven Danae, que permanecía prisionera de su propio padre: el Rey de Argos, porque este supo de una profecía que sentenciaba el nacimiento de un nieto que acabaría con su vida. Ese nieto era Perseo que nació en el encierro y empezó a crecer con los consejos y el amor de su madre; el Rey no quiso asesinar directamente a sus descendientes, pero ordenó encerrarlos en un baúl y lanzarlos al mar, ahí intervino Zeus para rescatarlos y darles una oportunidad de vida llevándolos hasta otra tierra helénica.
Lo que el joven Arturo creyó que sería un historia más de valentía, se volvió en su primera leyenda inspiradora, descubriendo en Perseo un héroe muy humano nacido en un tiempo de pesimismo y de adversidad, que lograba vivir y superarse gracias al cuidado, los consejos y el amor; que pudo vencer los obstáculos valiéndose de su ingenio y de sus capacidades fortalecidas con la gracia divina, que a fin de cuentas era el orgullo de un padre superior; asimismo, simbolizaba la determinación para enfrentar desafíos y la convicción de que siempre saldría adelante aún ante las cosas más difíciles, pues, a pesar de no tener la fuerza de Hércules, ni el empuje de Ulises, Perseo representaba un poder sutil para enfrentar su destino y ayudar con el rumbo de los demás, especialmente cuando este destino implicaba el amor a los suyos, la lealtad familiar y su integridad personal.
En 1966, siendo ya un profesor que aún sufría por el doloroso fallecimiento de su primera niña y enfrentando dificultades económicas, tuvo la nueva alegría del nacimiento de su hijo. Llegado el momento, ante la vista incrédula de su compadre Fidel y la mirada complaciente del párroco de la Villa de Tezoatlán de Segura y Luna, Arturo quiso bautizarlo con el nombre de Perseo. Al pasar los años, el Profesor Arturo Rosales Toledo mantendría emociones surgidas de inspiraciones similares, por eso escribió en su Nido de Ideas: "(...) día a día vivo inspirado y mi cabeza sigue siendo ágil y juiciosa para ver y entender lo que es el mundo y hacia dónde vamos y qué ejemplo hay que dar", de tal manera que hasta el último día de su conciencia, él procuró enseñar y orientar a los suyos destacando estos simbolismos mitológicos, por los cuales, en su familia existen desde el presente y hasta la eternidad personas ejemplares con los nombres de: Liz, Hera, Larissa y Eurídice.
Finalmente, el siguiente video trata de esa Leyenda de Perseo, que fue inspiradora de la ensoñación y de los valores que nuestro querido Papá procuró para ser sustentos del modo de vida de su entrañable familia.
M.M. Perseo Rosales Reyes