del Profr. Arturo Rosales Toledo

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noviembre 29, 2024

Alguna vez, en aquel entrañable pueblo de Tezoatlán de Segura y Luna, Oaxaca, enclavado en la meseta de un cerro de la Mixteca oaxaqueña, bajo un cielo claro, azulado, rodeado por las montañas del Nudo mixteco y de los ríos Salado, Santa Catarina y San Martín, cuyo pintoresco paisaje estaba adornado con mezquites, sabinos, guajes, cazahuates, carrizales y cactus, que bien pudo haber plasmado en un lienzo el afamado pintor del paisajismo mexicano: José María Velasco; ahí sucedió que, Arturito el niño primogénito de Tío Abdón y Tía Josefa, que cada mañana se despertaba con el canto del gallo lleno de ánimo y curiosidad, se emocionó desde la madrugada porque iría muy tempranito con su papá al barbecho de sus tierras de cultivo. 

—Hijo ¿Mañana me acompañas al campo a remover la tierra… qué dices?  

—¡Claro que sí, papá!

—Entonces, vete a dormir para poder madrugar.

Al día siguiente agarraron camino al campo yendo hacía el rumbo de “El Naranjo”, donde Tío Abdón había rentado unas tierras para sembrar algo de caña de azúcar que pudiera vender en la temporada navideña. 

Cuando llegaron al lugar, el cielo apenas empezaba a pintarse de naranja y Tío Abdón comenzó a trabajar, dándole el encargo a su hijo Arturito de ir recogiendo y amontonando la hierba y hojarasca removida. Con sus pequeñas manos el niño se esmeraba en ayudar al papá sintiendo como el fresco de la mañana se esfumaba por su esfuerzo físico, pero también por el calorcito del sol, cuyos rayos iluminaban de frente su infantil rostro.

Pero ahí empezó lo bueno, Arturito levantó la vista y a lo lejos vio algo que lo inquieto, contra la luz del sol que ya había salido completamente notó una figura oscura y delgada avanzando lentamente por el polvoriento camino. Era como si un ente hubiera salido de la neblina del amanecer perfilando débilmente su contorno. Con el corazón palpitándole de inquietud y un poco de miedo, se volteó hacia su papá y le dijo:

—¡Papá, alguien viene!

Su papá concentrado en la labor del campo solo murmuró algo prestándole muy poca atención. Arturito no podía quitarle la vista a esa figura que poco a poco se hacía más clara y más grande. Con cada paso que daba algo parecía resonar más fuerte en su pecho. Hasta que pudo distinguir que se trataba de una persona anciana, delgada, de un aspecto corrioso, cargando una gran bolsa que parecía contener algo pequeño, pero voluminoso. La manera lenta y parsimoniosa de su andar lo hacía más misterioso, e incrementaba las malas sensaciones del niño. 

Arturito volvió a alertar a su papá con un tono de voz más ansioso :

—¡Papá, ahí viene un viejo...!

—Sí, ¡estate tranquilo! —respondió su papá sin dejar de trabajar.

Sin embargo, Arturito no podía quitarse de la cabeza las palabras de su mamá, que en las noches lo mandaba a la cama diciéndole:

—Es hora de dormir, tus ojos debes cerrar, sino el viejo del costal te vendrá a llevar.

Estas palabras sonaban más intensamente en la mente del niño en cada paso de esa misteriosa figura acercándose hacia ellos, entonces, imaginaba que esa bolsa realmente era el costal con un niño desobediente encerrado adentro, que ya se lo llevaba por no querer dormir en la noche anterior. 

La figura ya estaba muy cercana y Arturito pudo distinguir un rostro arrugado pero expresivo, con una notable barba blanca. Vestía con un sombrero amarillento, una camisa arremangada de franela, un pantalón de sarga negra y huaraches. Ya que los rayos del sol acentuaban las sombras en esa figura, dándole una apariencia aún más enigmática, el niño sintió que el miedo se le subió hasta las orejas y volvió a decir:

—Papá, papá… ya viene el viejo...

—Sí, ¿y qué quiere? —respondió su papá, aún sin comprender la gran inquietud del niño.

De repente, la figura ya estaba justo enfrente de Arturito, levantó el brazo en un gesto que parecía amenazante a los ojos del niño. Arturito aterrorizado, convencido de que era su fin, gritó:

—¡Papá... ya me va a llevar...!

Alertado por el grito de su hijo Tío Abdón dejó lo que estaba haciendo y volteó rápidamente. Ahí estaba un señor de pie, apoyando una mano en la cabecita de Arturito, entonces ese viejo habló con una voz grave, pero familiar y llena de cariño: 

—¡Qué re gran pario Dón! ¿Qué le pasa a mi nieto?

¡Era su abuelitoo Juan Toledo! Venía de su trabajo en el rastro y traía una bolsa con cortes de carne para la familia de su querido yerno Abdón y su amada hija Josefa. El niño aliviado y avergonzado corrió a abrazar a su papá que reía por el malentendido. Desde ese día, Arturito ya no le tuvo miedo al "viejo del costal", sabiendo que solo sería alguien como su querido abuelo trayendo provisiones de carne para la familia. 

Al pasar el tiempo, el abuelo Juan enseño a Arturo su trabajo en el rastro, le enseño el placer de degustar cocinando una buena carne y ambos disfrutaron de muchas convivencias más, compartiendo variados momentos y fortaleciendo su lazo familiar. 

Con el pasar de los años Arturo recordaba con risas el momento, ya siendo profesor contaba la historia a sus alumnitos y siempre les decía:  

—A veces los miedos no son más que malentendidos o malas visiones. Por eso es necesario tener calma para que se aclaren las cosas. 

A la familia en particular le recomendaba mantener la tranquilidad y buscar calmados la verdad, porque las malas visiones, el miedo y la ignorancia nos pueden llevar a cometer errores. La clave está en confiar en quienes nos rodean, en hablar con ellos y, buscar o dar apoyo. 

Así, el Profesor Arturo enseñaba no solo con palabras, sino con sus vivencias llenas de aprendizajes y de la magia de su propia infancia.







octubre 30, 2023

En los años de su inquieta niñez, allá por 1941, el pequeño Arturo Rosales Toledo disfrutaba cada 20 de enero de la fiesta de San Sebastián, en Tezoatlán de Segura y Luna, Oaxaca. Ahí veía los rituales paganos que incluían el baile y espectáculo de los monos, representando a seres como la china, el catrín, el ángel, el diablo y la muerte... que fue el mono que más lo impresionaba porque siempre andaba al acecho de todos los demás. Hasta su última visita a su añorado pueblo en la fiesta del año 2020, el Profesor Arturo platicaba que siempre admiró esa convivencia de personas y figuras fantásticas en una calenda musical que recorría el antiquísimo barrio de San Sebastián, su cuna geográfica. Recordaba que con la incontenible curiosidad infantil, alguna vez le preguntó insistentemente a mi abuelito Abdón de dónde procedía tal tradición pueblerina, y entonces, en las palabras de su papá, que fue un hombre de campo, humilde, iletrado, pero muy sabio y conocedor de su origen, le relató una historia que quizás es una leyenda, quizás es un mito, o tal vez... fue una realidad que trascendió hasta las creencias y el modo de vida de los mixtecas, que es la etnia donde nacieron mis bisabuelos, mis abuelitos y mis amados padres.


Calenda de Monos en San Sebastián, 2019

Hace mucho tiempo, cuando inició la época del quinto sol náhuatl que trajo la iluminación del mundo: "se creó un lugar en la tierra semejante al cielo, este lugar es Apoala [Oaxaca], donde establece su asiento y se construyen sus palacios, la primera pareja divina [primigenia] para su deleite y descanso durante una larga época" (Zaabedxe, et.al., 2010). En esta historia -que ahora sabemos ya tiene un sustento en la interpretación del códice Vindobonensis raptado durante la conquista española y actualmente resguardado en la Biblioteca Nacional de Austria- se describe un génesis con los elementos sustanciales de la vida: los dioses creadores, el cielo, la tierra, el agua y el árbol del origenque configuraron el mundo de los seres vivos y sentenciaron la misión, la muerte, el culto y la ascensión que debían cumplir los primeros 44 mixtecas, los cuales serían insuflados de vida por el señor 9 viento (Coo Dzavui) para empezar una diáspora desde Achiutla, un sitio en donde fueron depositados para migrar hacía todo el territorio de esa tierra montañosa y fundar los señoríos y los sacerdocios que en conjunto representaron la antigua civilización Mixteca. Sin embargo, cuando esto sucedió ya había transcurrido tanto y tanto tiempo que las tierras destinadas para ese pueblo originario eran habitadas por los gentiles, que fueron los seres gigantes surgidos durante el génesis, dotados de una sabiduría y una fuerza capaz de transformar la naturaleza del mundo según su voluntad. 


Los primeros mixtecas que emigraron por distintos rumbos y pudieron asentarse empezaron fundando notables señoríos, como: Tillantonco (Tilantongo), Tōtōtepēc (Tututepec), Cōāīxtlahuacān (Coixtlahuaca), Xiuxtlahuaca (Juxtlahuaca), Huaxuapan (Huajuapan) y Teotlchihualtlano (Tezoatlán); vivían en paz, pero a la vez convivían en armonía con los gentiles: trabajaban uniendo sus esfuerzos para irrigar, despejar y proteger el territorio como lo “demuestra” la evidencia geográfica del Boquerón de Santo Domingo Tonalá, asimismo, mixtecas y gigantes descansaban cuidándose unos y otros, disfrutaban de las fiestas bailando y celebrando juntos como en la calenda de personas y monos, pero también atestiguaban sus rituales, uno de los cuales consistía en cavar una fosa para enterrar de pie al gentil muerto; era depositado junto con un itacate que tenía los víveres y utensilios que el difunto necesitaría para iniciar su larga caminata hacía la eternidad. 


Muy probablemente los mixtecas recibieron un aprendizaje significativo de los gentiles, eso quizás fortaleció el culto impuesto en su génesis, pero con la salvedad de enterrar a sus cadáveres recostados en la fosa, con una disposición de alimentos, granos, flores y enseres que representaban una ofrenda y un tributo para la divinidad, pues cada difunto mixteca no iniciaba una caminata como los gentiles, sino una redención que le permitiera tener la ascensión inmediata hacia el reino de los progenitores divinos, que estaba en el lugar donde se originan las lluvias, por eso los mixtecas representaban el Ñuu Savi (El Pueblo de la lluvia).


El culto a los muertos entre los mixtecas quizás fue una particularidad de la creencia existente en el mundo prehispánico, porque la conmemoración de los muertos se remonta a todos los pueblos mesoamericanos, destacando las culturas indígenas: azteca, maya y purépecha, cuyas creencias religiosas consideraban la muerte como una etapa complementaria y necesaria de un ciclo que continuamente renueva la energía y la vida en el mundo. Aunque estos pueblos celebraban rituales para honrar a sus seres fallecidos, también se sabe que coincidían con la temporada agrícola y se asociaban a la cosecha del maíz, pues, explicó el Profesor Enrique Florescano en su ensayo de 1993: “[El] ciclo de muerte y resurrección de la planta del maíz estableció, para todos los pueblos mesoamericanos, el paradigma de los procesos de creación [tal como el nacimiento u origen]. De acuerdo con el proceso de generación del maíz, toda creación forzosamente implicaba el sacrificio de una parte de la vida [o sea, la muerte], y en el caso de la creación de seres o materias vitales [como las plantas de maíz], esta creación se verificaba en el inframundo [en el subsuelo], a través de la transformación de la materia desgastada en energía vital", pues eso sucede con la semilla obtenida de una planta muerta, que se degrada al sembrarla enterrándola, luego germina y con eso nace una nueva planta de maíz.

Las evidencias arqueológicas sugieren que en cada ritual de esos pueblos estaba implícito el respeto y el tributo a las deidades que representaban la vida, la muerte y la resurrección, como Quetzalcoatl. Mictlantecuhtli y Xipe Tótec, que en la mitología náhuatl eran respectivamente las deidades del cielo, el inframundo (el Mictlán), y de la regeneración de la naturaleza (que representa la vida, la muerte y la renovación).


Por ello, en las culturas prevalecientes en Mesoamérica la conmemoración del Día de Muertos tiene raíces antropológicas profundas. Desde los asentamientos mayas de México, Belice y Guatemala hasta las ciudades de Monte Albán, Mitla, Teotihuacán, Tenochtitlan, Tzintzuntzan y Tlatelolco, se han descubierto altares y ofrendas funerarias que contenían objetos personales, alimentos y utensilios, todo relacionado con un tributo ofrecido para el agrado de las deidades asociadas a la muerte y a un ideal de bienestar en "ese" más allá, por ello en la compleja cosmovisión prehispánica, la vida continuaba en una nueva fase trasladándose hacía un inframundo con sus propias reglas.


La fusión del ritual indígena del Día de Muertos con las creencias católicas se produjo durante el proceso de la colonización española, entonces, los misioneros españoles trabajaron en la evangelización de los indígenas, y una forma efectiva de hacerlo fue integrar las celebraciones católicas dentro de los cultos indígenas.

Como haya sido, el Día de Muertos es hoy en día una sentida conmemoración mexicana, un culto que sustancialmente honra a los seres queridos ya fallecidos. Se celebra los días 1 y 2 de noviembre coincidiendo con la festividad cristiana del día de Todos los Santos. Detrás de esta legendaria conmemoración existe la creencia que los espíritus de los seres muertos vuelven, aunque sea un instante, para reunirse con los familiares vivos en donde fue su hogar y compartir el alimento. Por ello, platicaba mi papá el Profesor Arturo, en miles de casas y en los cementerios se montan vistosos y coloridos altares con imágenes, comidas, bebidas, dulces, flores de cempasúchil, nube, gladiolas, claveles, crisantemos y terciopelos, así como velas encendidas, veladoras, cirios labrados, incienso, copal y numerosas figurillas de calaveras simbolizando a los muertos, que crean junto a las oraciones, los rezos y la música ese ambiente místico con el cual cada año se abre ese portal dimensional que vincula nuestro mundo con el reino de los difuntos, permitiéndonos, aunque sea por última vez, sentir su visita y percibir su presencia.

M.M. Perseo Rosales Reyes
Octubre de 2023


Fuentes de consulta:

BBC (2019). Xipe Tótec: el hallazgo en México del primer templo prehispánico dedicado a "nuestro señor el desollado". Redacción BBC News Mundo, 3 enero 2019.  

Florescano, Enrique. (1993). Muerte y resurrección del dios del maíz. Revista Nexos. Abril 1 de 1993. 

INPI (2018). Etnografía del pueblo mixteco Ñuu Savi. Un vistazo a los rasgos más distintivos de los pueblos indígenas de México. Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, Blog: 29 de marzo de 2018. 

Melgarejo, J.L. (1980). El Códice Vindobonensis. Instituo de Antropología. Universidad Veracruzana.

Zaabedxe, Gubixa y Binigulazáa A.C. MMX (2010). Origen de los mixtecos o Ñuu Sabi. Ecochac, Al pie de la montaña sagrada, octubre 4 de 2010. 

julio 04, 2023

Llegados los años 80s, cuando apenas empezaba a interesarme el mundo real despuntando en la adolescencia para trascender desde mi universo fantástico, aquel lugar ya lejano cuyo ambiente y circunstancias siempre me favorecían, ahí donde fui el gran protagonista de un Mundial de fichafútbol, donde gané un Súper Bowl con mis corchiredskins y realice una Copa Davis triunfando México gracias a mi héroe fichaúl ramírez; donde tuve épicas aventuras con mi primo Héctor en una batalla de guerreros con ballestas y canicas en la fría montaña; donde tuve grandes rivalidades con mis primos Vladimir y Omar en las improvisadas pistas de cochecitos Meta-Lemans; donde tuve inolvidables hazañas en los campos y estadios de fichafútbol y corchibeisbol con mis primos Freddy y Toño; donde tuve momentos de ensueño con mis queridas hermanas: Liz y Hera en unos increíbles Juegos Olímpicos con escenarios de cartulina, tableros de papel y dados; y especialmente, donde tuve las complicidades más fraternales con mi carnalito Efraín siendo hábiles agentes del manejo de cerbatanas, de resorteras, del patín del diablo y de las bicicletas, pero... sucedió que a pesar de mi experiencia viendo televisión después de regresar de la secundaria, entonces vi algo que me cautivo realmente, al grado de embelesarme capturando mi vista y mi mente, por primera vez.


En la TV mexicana de los años 70s e inicios de los 80, la publicidad comercial difundida tenia más carga informativa que persuasiva; muy probablemente los publicistas de aquel tiempo estaban bastante influidos por los conceptos del gurú David Ogilvy, que resolvía el dilema: ¿Persuadir o Vender? planteando un solo propósito de cualquier campaña: informar para convencer y vender. Afortunadamente también hubo quienes pensaron -como sucede en la publicidad actual- que las comunicaciones de marketing si deben de informar, pero antes deben de persuadir, cuyo efecto sea lograr que la gente quiera comprar y no necesariamente vender. 

El caso es que un spot de esos años, que recuerdo con muchísimo agrado, era de los Jeans Brittania, y en vez de "informar" me persuadió, porque me bastaron las imágenes mostrando a una 'reina inglesa' que siempre obedece un estricto protocolo -como ya lo hemos visto tantas veces-, y que es sorprendida por una chica guapa, vestida de jeans y una reina pomposa. Al llegar a estas escenas quede prendado de esa chica wera y tal imagen solo la logre sustituir hasta que vi el video "Like a Virgin" de Madonna, pero... no fue la imagen de una reina, ni de una wera wuapa con jeans lo que ahora me hace recordar la anécdota relatada, sino que mi mayor impacto fue la pista musical (el soundtrack). Aquí esta ese spot que me cautivó.

En algún momento le pregunte a mi querido Papá Arturo Rosales Toledo: ¿Cuál era la canción de ese spot? y él me preguntó a qué me refería, yo trate de describir tal spot, pero eran días muy lejanos a la existencia de las app identificadoras de contenidos de audio -como Shazam- y todo parecía un "loop de la Matrix", porque él no había visto ese spot y yo no sabía que referencia darle más allá de llamarle "la canción de Brittania". Finalmente, en algunas semanas después sacó uno de sus álbumes de "La Música Más Bella del Mundo", puso un disco en su acostumbrado aparato Radson y me dijo: "esta es la canción de Brittania"; hasta entonces supe que ese spot tenia como fondo una emocionante marcha clásica del compositor ingles Edward Elgar y que la interpretación correspondía a la Orquesta Filarmónica Nacional, siendo una de las variadas piezas de la colección musical de mi papá, que ahora es mi gran herencia cultural.

Aquí esta la música de ese disco, para que la escuchen y la disfruten.

Marcha No. 1 Pompa y Circunstancia

M.M. Perseo Rosales Reyes

junio 14, 2023

Él, mi querido Papá Arturo Rosales Toledo, fue un hombre de mundo que su tiempo lo plantó para vivir localmente y su inquietud lo liberó, hasta ser un personaje del tipo Glocal. Desde mis infantes recuerdos lo vi como una persona que conocía de todo y continuamente confirmé que su conocimiento siempre fue la sabiduría del que sabe ver, leer y escuchar. Mi Papá Arturo siempre fue una persona que supo de todo lo que es la vida, sin haber salido del vecindario, como diría el científico Carl Sagan, Aquí, en este posteo, ahora comparto extractos de sus palabras y memorias que nos dejo escritas en un libro de próxima publicación, así como un video editado con esa música internacional que tanto le gustaba de ese mundo q conoció en sus libros y revistas.

M.M. Perseo Rosales Reyes


"Dicen que esas gentes nacidas entre la opulencia y muchos compromisos, por eso van todo el tiempo de aquí para allá, o de regreso, les llaman personas cosmopolitas. Son gentes que viajan mucho traspasando las fronteras de un país a otro; en su acontecer cotidiano andan de ciudad en ciudad, de turistas o de negociantes, a veces se van de gira por algún trabajo único. Estos cosmopolitas son muy conocedores del mundo porque han visto las formas de vida de todos lados, atestiguan las costumbres, la alimentación, la diversión, los atractivos, bastantes cosas más, aunque... muchos de ellos son gentes ignorantes, casi nada saben de la cultura, desconocen y creo que ni les importa la historia de tantos y cuantos lugares que visitan. Pienso que solo un gran ignorante, sin las ganas de superación, se atreve ir a un lugar sin importarle su cultura y su historia.

Varias veces mis hijos me dijeron: -"Papá, tal día vámonos a este lugar..." Hasta que mi hijo terminaba de arreglar su viejo Chiquilín iniciamos cada viaje en caravana familiar; deje de manejar desde el día que traspase mi Hikari Nissan y ya no tuve las intenciones de comprarme otro coche, entonces me volví un copiloto de mi hija, aunque también desde ese momento me convertí más en un pasajero observador, con las ganas de ir a conocer en cada lugar visitado qué forma de vida, qué vestimenta, qué comidas, qué sitios, qué actividades y qué más cosas interesantes había por ahí, que son los llamativos del turismo. Así pasó que en los periodos de vacaciones nos recorrimos el Estado de México, Michoacán, Veracruz, Guanajuato, Hidalgo, Morelos, Tlaxcala, Puebla y nuestro inolvidable terruño: que es Oaxaca."

"Aunque nunca tuve la manera de traspasar las fronteras de México, eso no me impidió conocer lo que hay en esos otros lados del mundo, pues muchas veces he pensado y creo que la enseñanza oral recibida durante mis años de estudiante en el Instituto Federal de Capacitación del Magisterio, me habituaron a tratar de saber cuál era la verdadera riqueza de cada lugar, desde aquí y más lejos, por eso encontré mis ventanas del conocimiento entre las revistas, los periódicos, las películas; aunque han sido los libros y los discos mi más bonito transporte hacía el mundo de la cultura y la historia de los pueblos.

Con mis lecturas no me cabe ninguna duda que el progreso del hombre, los derechos, la ley, el arte, la música, la ciencia, la moda y tantas más cosas del orgullo humano, inició en Francia, sin embargo, desde lo leído en "Los Miserables" de Víctor Hugo, entendí que la capital francesa siendo la cuna de la ilustración, del enciclopedismo, también fue un lugar de injusticias, donde se cortaron las cabezas de los opositores de la republica, ahí se hicieron planes de invasión al mundo y a México. También se rindió incondicionalmente haciéndose cómplice del Loco de Hitler cuando provocó otra guerra mundial; pero al comprender este pasado y evitar que se repita, los países y su gente, progresarán avanzando en el camino del bien y del ejemplo."

Extractos del Libro de Memorias "Nido de Ideas"
del Profr. Arturo Rosales Toledo

Video: Paris, Bajo Los Puentes de Paris, Rio Sena
Favoritas Internacionales con Los Continentales

diciembre 17, 2021

En alguna dulce nochecita del invierno de 1962, quizás haya sido el 15 de diciembre día de su santo o en la víspera del año nuevo, cuando él joven soñador e idealista Arturo trataba de imaginar el futuro: sabía que siempre sería profesor porque era una vocación que le brotaba cada vez que alguien de su familia, de sus parientes y amistades exhibía algún desconocimiento o una ignorancia, ese apostolado por la educación primaria y preescolar lo abrazaría activamente en las siguientes cuatro décadas, pero en su mente se agitaban preguntas que en el momento eran más importantes, acerca del hogar, de la familia, de la convivencia, del amor, del romance... y de la pareja, cuyo mayor ejemplo eran sus padres: Abdón Rosales y Josefa Toledo. 

En ese trance mental, Arturo imaginaba cómo formalizar la relación de pareja nacida de un noviazgo emergente e inesperado con la espigadita Gloria, la hija de Isaías Reyes y Fidela Martínez, con quien compartía el esfuerzo de estudiar y la vocación por la enseñanza. En su mente Arturo recordaba varios momentos de convivencia casual, de encuentros furtivos, de una que otra charla romántica y el sueño de estar con ella, pero todo esto era insuficiente y se fortalecía su decisión de dar una paso trascendental para la vida: dejar de ser novio y casarse, haciéndolo conforme a las reglas sociales de la época, es decir, hablarlo con sus padres para que estos acudieran con los padres de la "novia" y pedirla en matrimonio, tratar de convencerlos, luego planear los detalles y las fechas del evento con el consejo de los testigos.

Sin embargo, Arturo creía que esta forma de casarse "por pedida" era muy poco romántica y menos sentimental, ya que los padres, los parientes e incluso hasta los vecinos intervenían decidiendo los detalles y los tiempos de una relación que sería un matrimonio, por lo que era inaceptable que otros se entrometieran disponiendo acerca de la relación e influyeran en el amor de una nueva pareja. Casarse solo tenía que ser una decisión de pareja sustentada en lo que cada uno ofrecía para el otro, por eso en sus memorias Arturo discernía: "¿Existen varias formas de amar? ¡No. Solo existe una! Y esta forma es para toda la vida, solo que, primero mírate ante un espejo y luego recuerda cuál es tu vida. Y entonces, en tu reflexión aparecerá el nuevo amor que necesitas y entender cómo estarás dispuesto a amarla." Así, Arturo entendía que no solo se casaría con Gloria por la formalidad civil, religiosa y la conveniencia social, sino para amarla toda la vida y permanecer juntos a pesar de los obstáculos, de los problemas y de las adversidades futuras, como sucedió con la muerte de su primera hija, la migración desde su querida mixteca hacia la gran capital mexicana o la falta de un empleo estable a pesar de su vocación docente. 

En el otoño de 1963 Arturo compró un disco de la desaparecida marca cinematográfica MGM, que contenía la linda melodía de una película titulada: Singin´ in the Rain (Cantando Bajo la Lluvia), que al escucharla le estimuló un sentimiento inspirado en Gloria. Él comprendía que esa pieza musical, que expresaba la alegría y el gusto del interprete (Gene Kelly) bailando y cantando a pesar de soportar un fuerte aguacero y caminar por un suelo completamente encharcado o resbaloso, pues también era una buena alegoría, un simbolismo ideal de su futuro matrimonio con Gloria, con quien soportaría todas las adversidades que el destino le impusiera. Muy feliz compró el disco y en su primera oportunidad se lo entregó como un regalo muy especial, pero... él no sabía que en el hogar de ella, la casa de una humilde familia no existían los aparatos tocadiscos, las consolas, ni algún equipo similar, por lo que ella jamás pudo escuchar esa pieza que inspiraba a Arturo...


En el antepenúltimo día de agosto de 1964 Arturo y Gloria dejaron el noviazgo y se casaron, manifestando sus votos matrimoniales ante la ley, y sobretodo ante Dios.


Con la entrega del anillo y las arras, Él declaró:

Sí en la lid (de la vida) el destino nos derribó,

sí todo en nuestro camino es cuesta arriba,

sí nuestro amor es tarea insatisfecha,

sí hay excesiva jornada y es vil la cosecha.

Démonos una tregua, pero no, nunca claudiquemos...

                    Ella aceptó ir juntos en la vida, y declaró:

Como un recuerdo (de lo sucedido y por suceder)

de quien te quiere,

y en prueba de su sincero amor...

soy quien te ama con la verdadera plenitud

de mis sentimientos.

                     

La boda se realizó con una celebración sui generis, la que un amigo muy estimado en la familia, apodado el "Tío Pato (Fausto Cisneros)" le llamo "La Fiesta de enchaquetados", porque hubo de acuerdo que todas las invitadas asistieran de riguroso vestido claro y zapatillas, así como todos los invitados asistieron de necesario traje o saco oscuro y corbata.



Para finalizar esta historia, los lectores habrán de saber que transcurrieron otros 7 años hasta que Arturo pudo tener un aparato tocadiscos para su familia y compró un disco, era de la orquesta del músico Miguel Ángel Sarralde, en ese disco venía una versión de danzón, muy latina y rítmica de su inspiradora melodía, fue hasta entonces que su esposa Gloria pudo escuchar: Cantando Bajo la Lluvia.



El siguiente videoclip sintetiza la esencia del romance y la adversidad de esa pieza musical, que inspiraba al soñador Arturo:


Escribió: M.M. Perseo Rosales Reyes.
Con información de las memorias: "Nido de Ideas. Los pensamientos filosóficos de un soñador" del Prof. Arturo Rosales Toledo.


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