En su momento, allá por 1884, el destacado intelectual, escritor y político mexicano Ignacio Manuel Altamirano, conocido por ser un ferviente defensor de las ideas liberales y promotor del progreso, de la educación y la cultura a través de diversas cartas, ensayos y obras publicadas, dedicó algo de su obra a reflexionar sobre la Virgen de Guadalupe. Altamirano escribió destacándose con su ensayo "La fiesta de Guadalupe" y capítulos en la publicación "Paisajes y leyendas, tradiciones y costumbres de México". En su escrito Altamirano describe con detalle cómo una celebración en honor a la Virgen congrega a miles en una manifestación de unidad e identidad, subrayando una devoción popular que alcanza una ritualidad religiosa en cada víspera del 12 de diciembre en que se realiza la festividad.
Además, su influencia llega a todo el territorio y trasciende fronteras, siendo un emblema de la identidad mexicana incluso en las comunidades de los mexicanos en el extranjero, por eso cada 12 de diciembre, de todos lados incluyendo el extranjero, millones de peregrinos acuden a la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México para rendirle culto, demostrando su papel central en las tradiciones y festividades nacionales. Su imagen es omnipresente, apareciendo no solo en iglesias, sino también en hogares, mercados y hasta en la indumentaria popular, como las famosas "mantas guadalupanas" que asemejan las tilmas prehispánicas.
En el ámbito idiosincrático, la imagen guadalupana representa un fenómeno de sincretismo religioso único en el mundo y en la historia. Su culto es actualmente un punto especial de convergencia entre las creencias indígenas prehispánicas y el evangelio católico traído por los colonizadores españoles. La aparición de la Virgen al santo indígena Juan Diego en el Tepeyac, que era un lugar previamente asociado con la diosa azteca Tonantzin, simboliza esta fusión de tradiciones y ha permitido que la devoción a la Virgen ahora sea inclusiva y representativa de la diversidad cultural de México.
Este sincretismo ha facilitado que la Virgen de Guadalupe sea adoptada y venerada por diversos grupos y de distintos niveles socioeconómicos, convirtiéndose en un símbolo de identidad colectiva que trasciende diferencias étnicas, económicas y geográficas. Para todos, la Virgen es vista como una madre protectora y una intercesora accesible, lo que la convierte en una divinidad cercana a los fieles de todas las clases sociales.
En una perspectiva psicológica, la Virgen de Guadalupe también proporciona a sus fieles y devotos un sentido de estima, pertenencia y comunidad. Su imagen es un refugio espiritual en tiempos de adversidad, ofreciendo consuelo y esperanza a quienes enfrentan dificultades. La fe en la Virgen actúa como un apoyo emocional, ayudando a los creyentes a sobrellevar problemas personales y colectivos.
La figura de la Virgen también tiene un impacto positivo en la salud mental. Los rituales y peregrinaciones en su honor fomentan un sentido de propósito y de conexión con algo trascendental y superior, lo que puede reducir el estrés y mejorar el bienestar emocional. Además, la creencia en sus milagros y su capacidad de intercesión divina genera un sentimiento de optimismo y fortaleza, cruciales para la resiliencia psicológica.
Por todo lo anterior, no cabe la menor duda que la Virgen de Guadalupe, nuestra amada Virgen, es una figura de extraordinaria importancia en México, es objeto de un culto profundo, cuya historia y el milagro de su presencia continúan inspirando una fe inquebrantable, una esperanza inacabable y una unidad sólida en el corazón del pueblo mexicano.
Finalmente, en este post del Nido de Ideas se incluye a continuación el ensayo "La fiesta de Guadalupe" del libro Paisajes y Leyendas de Ignacio Manuel Altamirano, al cual se puede acceder con un click en la portada y es recomendable leer tranquilamente, disfrutando la narrativa de esa percepción de la guadalupana en el México de otros tiempos, ya muy lejanos de nuestra era.
M.M. Perseo Rosales Reyes
11 de diciembre de 2024