del Profr. Arturo Rosales Toledo

¡Gracias por tu legado!

¡Gracias por tu ejemplo de vida!

¡Gracias por tus enseñanzas!

¡Gracias por dejarnos tus recuerdos!

¡Gracias por enseñarnos a vivir!

¡Gracias por tu apoyo!

¡Gracias por tu sabiduría!

¡Gracias por tu ejemplo de vida!

¡Gracias por sus esfuerzos!

¡Gracias por mostrarnos el mundo!

¡Gracias por enseñarnos tu solidaridad!

¡Gracias por motivarnos a crecer!


noviembre 29, 2024

Alguna vez, en aquel entrañable pueblo de Tezoatlán de Segura y Luna, Oaxaca, enclavado en la meseta de un cerro de la Mixteca oaxaqueña, bajo un cielo claro, azulado, rodeado por las montañas del Nudo mixteco y de los ríos Salado, Santa Catarina y San Martín, cuyo pintoresco paisaje estaba adornado con mezquites, sabinos, guajes, cazahuates, carrizales y cactus, que bien pudo haber plasmado en un lienzo el afamado pintor del paisajismo mexicano: José María Velasco; ahí sucedió que, Arturito el niño primogénito de Tío Abdón y Tía Josefa, que cada mañana se despertaba con el canto del gallo lleno de ánimo y curiosidad, se emocionó desde la madrugada porque iría muy tempranito con su papá al barbecho de sus tierras de cultivo. 

—Hijo ¿Mañana me acompañas al campo a remover la tierra… qué dices?  

—¡Claro que sí, papá!

—Entonces, vete a dormir para poder madrugar.

Al día siguiente agarraron camino al campo yendo hacía el rumbo de “El Naranjo”, donde Tío Abdón había rentado unas tierras para sembrar algo de caña de azúcar que pudiera vender en la temporada navideña. 

Cuando llegaron al lugar, el cielo apenas empezaba a pintarse de naranja y Tío Abdón comenzó a trabajar, dándole el encargo a su hijo Arturito de ir recogiendo y amontonando la hierba y hojarasca removida. Con sus pequeñas manos el niño se esmeraba en ayudar al papá sintiendo como el fresco de la mañana se esfumaba por su esfuerzo físico, pero también por el calorcito del sol, cuyos rayos iluminaban de frente su infantil rostro.

Pero ahí empezó lo bueno, Arturito levantó la vista y a lo lejos vio algo que lo inquieto, contra la luz del sol que ya había salido completamente notó una figura oscura y delgada avanzando lentamente por el polvoriento camino. Era como si un ente hubiera salido de la neblina del amanecer perfilando débilmente su contorno. Con el corazón palpitándole de inquietud y un poco de miedo, se volteó hacia su papá y le dijo:

—¡Papá, alguien viene!

Su papá concentrado en la labor del campo solo murmuró algo prestándole muy poca atención. Arturito no podía quitarle la vista a esa figura que poco a poco se hacía más clara y más grande. Con cada paso que daba algo parecía resonar más fuerte en su pecho. Hasta que pudo distinguir que se trataba de una persona anciana, delgada, de un aspecto corrioso, cargando una gran bolsa que parecía contener algo pequeño, pero voluminoso. La manera lenta y parsimoniosa de su andar lo hacía más misterioso, e incrementaba las malas sensaciones del niño. 

Arturito volvió a alertar a su papá con un tono de voz más ansioso :

—¡Papá, ahí viene un viejo...!

—Sí, ¡estate tranquilo! —respondió su papá sin dejar de trabajar.

Sin embargo, Arturito no podía quitarse de la cabeza las palabras de su mamá, que en las noches lo mandaba a la cama diciéndole:

—Es hora de dormir, tus ojos debes cerrar, sino el viejo del costal te vendrá a llevar.

Estas palabras sonaban más intensamente en la mente del niño en cada paso de esa misteriosa figura acercándose hacia ellos, entonces, imaginaba que esa bolsa realmente era el costal con un niño desobediente encerrado adentro, que ya se lo llevaba por no querer dormir en la noche anterior. 

La figura ya estaba muy cercana y Arturito pudo distinguir un rostro arrugado pero expresivo, con una notable barba blanca. Vestía con un sombrero amarillento, una camisa arremangada de franela, un pantalón de sarga negra y huaraches. Ya que los rayos del sol acentuaban las sombras en esa figura, dándole una apariencia aún más enigmática, el niño sintió que el miedo se le subió hasta las orejas y volvió a decir:

—Papá, papá… ya viene el viejo...

—Sí, ¿y qué quiere? —respondió su papá, aún sin comprender la gran inquietud del niño.

De repente, la figura ya estaba justo enfrente de Arturito, levantó el brazo en un gesto que parecía amenazante a los ojos del niño. Arturito aterrorizado, convencido de que era su fin, gritó:

—¡Papá... ya me va a llevar...!

Alertado por el grito de su hijo Tío Abdón dejó lo que estaba haciendo y volteó rápidamente. Ahí estaba un señor de pie, apoyando una mano en la cabecita de Arturito, entonces ese viejo habló con una voz grave, pero familiar y llena de cariño: 

—¡Qué re gran pario Dón! ¿Qué le pasa a mi nieto?

¡Era su abuelitoo Juan Toledo! Venía de su trabajo en el rastro y traía una bolsa con cortes de carne para la familia de su querido yerno Abdón y su amada hija Josefa. El niño aliviado y avergonzado corrió a abrazar a su papá que reía por el malentendido. Desde ese día, Arturito ya no le tuvo miedo al "viejo del costal", sabiendo que solo sería alguien como su querido abuelo trayendo provisiones de carne para la familia. 

Al pasar el tiempo, el abuelo Juan enseño a Arturo su trabajo en el rastro, le enseño el placer de degustar cocinando una buena carne y ambos disfrutaron de muchas convivencias más, compartiendo variados momentos y fortaleciendo su lazo familiar. 

Con el pasar de los años Arturo recordaba con risas el momento, ya siendo profesor contaba la historia a sus alumnitos y siempre les decía:  

—A veces los miedos no son más que malentendidos o malas visiones. Por eso es necesario tener calma para que se aclaren las cosas. 

A la familia en particular le recomendaba mantener la tranquilidad y buscar calmados la verdad, porque las malas visiones, el miedo y la ignorancia nos pueden llevar a cometer errores. La clave está en confiar en quienes nos rodean, en hablar con ellos y, buscar o dar apoyo. 

Así, el Profesor Arturo enseñaba no solo con palabras, sino con sus vivencias llenas de aprendizajes y de la magia de su propia infancia.







noviembre 22, 2024

El Dr. Raymond Moody, un psiquiatra estadounidense y autor de renombre, es famoso por sus investigaciones sobre las experiencias cercanas a la muerte (ECM). En sus conferencias, Moody filosofa con preguntas profundas y existenciales, tales como: "¿Adónde nos vamos?" y "¿Hay vida después de morir?"


El Dr. Moody ha estudiado más de 1,000 casos de personas que fueron declaradas clínicamente muertas y luego regresaron a la vida. Estos individuos le contaron historias que desafían la comprensión científica convencional. En su libro más famoso, "Vida después de la vida", el Dr. Moody recopila testimonios que describen visiones de espacios brillantes, senderos de luz, ambientes apacibles y la presencia de seres queridos al otro lado.

Aunque el Dr. Moody no afirma que estas experiencias prueben la existencia de una vida después de la muerte, sugiere que podrían ser indicios de algún tipo de existencia más allá de lo físico, pues cree que estas experiencias son fenómenos reales que merecen ser estudiados y comprendidos más a fondo. Ha documentado testimonios de personas que describen encuentros con seres espirituales superiores, que algunos interpretan como percepciones de Dios. Esto coincide con las creencias religiosas sobre un Dios ubicuo, omnipresente, capaz de manifestarse para guiar y consolar a las personas. Religiones como el cristianismo, el islam y el hinduismo sostienen la idea de una vida eterna. Particularmente en la fe católica, la muerte no es el fin, sino un llamado de Dios para ofrecer a las almas piadosas el don de la vida eterna: "Hay que morir, para vivir. Entre tus manos, confío mi ser." Esta creencia alimenta en los fieles una perspectiva de esperanza y fe en la bondad y el propósito divino, encontrando consuelo en la promesa de una vida después de la muerte.


El Dr. Moody también señala que muchas personas que retornan de esa sensación de muerte, experimentan una transformación personal que incrementa su generosidad, su amor y su empatía hacia los demás, siendo comportamientos que reflejan las enseñanzas del evangelio. Él ha comentado que sus investigaciones lo han llevado a cuestionar cómo sería una relación con Dios al margen de las creencias tradicionales, descubriendo que la oración es el medio poderoso de consuelo, de paz y aceptación. Esto sugiere que, aunque sus estudios no están directamente vinculados a ninguna religión, reafirman las creencias espirituales de muchas personas.

En resumen, las investigaciones del Dr. Raymond Moody invitan a reflexionar sobre la posibilidad de una existencia más allá de la muerte. Aunque todavía no proporciona pruebas concluyentes, su trabajo ha abierto un diálogo sobre la naturaleza de la conciencia y la vida después de la muerte. Por eso, en esta ocasión compartimos la siguiente conferencia del Dr. Raymond Moody titulada: "¿Adónde vamos después de morir? ¿Hay vida?", donde comenta los fascinantes testimonios y sus profundas reflexiones sobre la vida más allá de la muerte.


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Perseo Rosales Reyes
Noviembre 22 de 2024



noviembre 17, 2024

La incertidumbre y el miedo ante la muerte han acompañado al ser humano desde tiempos inmemoriales. La posibilidad de un espíritu o alma que perdure más allá del último suspiro suscita preguntas profundas sobre nuestro verdadero ser. ¿Existe realmente un espíritu, una alma o un ser etéreo que inicie un viaje tras la muerte del cuerpo? ¿Podría este espíritu trascender a un plano superior, hasta un paraíso, guiado por una divinidad que premia la virtud y la rectitud?


En una reveladora entrevista con Roca Project, realizada hace poco tiempo, el investigador Español, Dr. Manuel Sans Segarra, revela los sorprendentes descubrimientos surgidos de sus cientos de investigaciones con pacientes que han tenido experiencias cercanas a la muerte, también conocidas como fenómenos de muerte (FM). En la penumbra del umbral entre la vida y la muerte, estos pacientes han relatado visiones tan impresionantes que desafían nuestra comprensión de la existencia física y sugieren la presencia de un reino etéreo y trascendental más allá de nuestra realidad cotidiana.

A lo largo de sus estudios, el Dr. Sans ha recopilado testimonios que describen luminosos senderos celestiales, encuentros con seres finados, y una profunda sensación de paz o unidad cósmica que trasciende el sufrimiento terrenal. Estas narrativas no solo conmueven por su belleza y espiritualidad, sino que también empiezan a configurarse como pruebas potenciales de un mundo que trasciende lo conocido, desafiando las fronteras de la ciencia y abriendo la puerta a interrogantes milenarias sobre la naturaleza del alma y el destino último de la humanidad.

Así, en un fascinante equilibrio entre ciencia, filosofía y misticismo, el trabajo del Dr. Sans no solo ilumina el misterioso limbo entre la vida y la muerte, sino que también invita a reflexionar sobre el propósito de nuestra existencia y la posibilidad de una continuidad más allá del velo de la mortalidad. La idea de un Dios benevolente, que permite ascender al cielo a quienes han llevado una vida ejemplar, se entrelaza con estos relatos, ofreciendo consuelo y esperanza a aquellos que temen el desconocido abismo de la muerte. Así, la labor del Dr. Manuel Sans Segarra se erige como un faro de esperanza y entendimiento, permitiendo vislumbrar un atisbo de eternidad en la enigmática frontera entre la vida y la muerte.

Click en la siguiente imagen y empiece a escuchar esta reveladora entrevista.


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M.M. Perseo Rosales Reyes
Noviembre de 2024


noviembre 06, 2024

¡Ellos ya están aquí...!

La frase resuena en la oscuridad, cargada de un misterio profundo y escalofriante. No es solo una advertencia; es como un recuerdo que persiste en la mente de los testigos, sembrando un miedo que obliga a levantar la vista con sigilo, como tratando de ver y encubrirse de algo que pudiera estar acechando desde lo alto. Hay una mezcla de cautela y miedo, en cada testigo que mirá hacia el cielo, esperando —o temiendo— vislumbrar algo que desafíe su cordura, su conocimiento y pueda raptarlo contra su voluntad.

Todas estas sensaciones tienen un origen que se remonta a los turbulentos cielos de Europa, en plena Segunda Guerra Mundial, cuando pilotos aliados reportaron en 1941 las primeras visiones de los llamados ¨foo fighters", o "cazas de fuego". Esferas luminosas que aparecían junto a los aviones de combate, danzando en el aire con maniobras imposibles, esquivando disparos y retando cualquier explicación lógica. Estas apariciones fugaces, más allá de ser ilusiones o ataques enemigos, se convirtieron en el primer indicio de algo que excedía la realidad conocida, era la primera grieta en el tejido de la normalidad.

La fiebre ovni creció en 1947, cuando Kenneth Arnold divisó misteriosas luces volando sobre el Monte Rainier "como platillos sobre el agua", y más tarde, el 2 de julio de ese años sucedió el famoso caso de Roswell, en Nuevo México, donde el supuesto hallazgo de un “platillo volador” en un rancho local desató titulares y teorías conspirativas. Con estos incidentes, una semilla fue plantada: ¿Quiénes son ellos? ¿Qué buscan en la Tierra? Las preguntas eran tan intensas como las miradas ansiosas al cielo, que desde entonces tratan de entender lo incomprensible.

La “casuística ovni” comenzó a expandirse con numerosos incidentes y reportes, entonces hubo la necesidad de clasificar estos encuentros. El cientifico Josef Allen Hynek fue el primer investigador ufológico que tipificó los casos de avistamiento y contacto, y así se identificaron los encuentros visuales de seres de otros mundos como encuentros del tercer tipo, y los secuestros o abducciones como el aterrador cuarto tipo. A lo largo de las décadas, se acumularon relatos tan asombrosos como el del "Monstruo de Flatwoods" en 1952, una extraña criatura de ojos ardientes que aterró a quienes la avistaron en Virginia Occidental. En 1961, la pareja de Betty y Barney Hill reportó una de las primeras abducciones extraterrestres ampliamente documentadas, asegurando haber sido llevados y sometidos a experimentos dentro de una nave alienígena.

Otros casos estremecedores sucedieron en los años siguientes, como el de Travis Walton en 1975, quien desapareció durante cinco días y volvió relatando su experiencia dentro de una nave alienígena. En Pascagoula, en 1973, dos hombres fueron abducidos por figuras grises de aspecto inhumano. Y, en 1966, apareció el Mothman (Hombre Polilla) que se dejó ver en Point Pleasant, era un ser alado y de ojos rojos, cuyas apariciones parecían anunciar tragedia. En 1974, en Coyame, México, se reportó una colisión entre un ovni y un avión, y la operación militar que siguió fue tan enigmática como secreta, alimentando rumores de aniquilación del batallon militar y encubrimiento.

Casos como estos se multiplicaron alrededor del mundo, narrando encuentros que iban desde luces inexplicables en las alturas hasta criaturas de otro mundo. En 1997, las "Luces de Phoenix" iluminaron el cielo de Arizona, un fenómeno tan impactante que miles de personas pudieron observar, asombrados, preguntándose si acaso el universo les estaba enviando un mensaje. Cada uno de estos encuentros, y tantos otros acumulados con los años, planteaban una idea inquietante: quizás, "ellos ya estaban aquí". Tanto misterio y tantas historias terminaron presionando a la Marina de EE.UU. y al Pentágono, que en 2020 abrieron sus archivos y reconocieron la existencia de fenómenos aéreos no identificados.

Pero la frase “Ellos ya están aquí” no se trata solo de evidencias; es la experiencia viva de cada uno de los testigos, quienes desde los años 40 han vivido momentos que desafían toda lógica y los han marcado de por vida. No son simples anécdotas; son encuentros que dejaron huellas profundas en sus mentes, una marca que persiste con el peso de lo inexplicable. Para ellos, la frase se convierte en algo más profundo e íntimo, en una sensación que pocos pueden entender del todo.

Hoy, en el Nido de Ideas del profesor Arturo Rosales, tenemos la oportunidad de escuchar un relato testimonial, es un documental aparente que desafía lo conocido y nos sumerge en la esencia misma del enigma ovni. La historia  de cuenta con un Audiorelato, dividido en 5 capítulos (episodios) intensos y sobrecogedores, donde tratan de recrearse escenas sacadas de un sueño fantasioso —o quizás de una pesadilla—, pues los límites de la realidad se vuelven borrosos, y lo inexplicable se manifiesta, tangible y aterrador gracias a los sonidos. El relato comienza en una noche cualquiera, en un lugar ordinario, cuando una persona se encuentra inmersa en una situación que no debería estar sucediendo, y sin embargo, allí está, como si el universo permitiera asomarse a un abismo incomprensible, donde hay un toque helado de lo desconocido, de lo oculto. En esta situación el personaje central está siendo llevado hacia una puerta que, una vez cerrada, jamás podrá regresar. Cada detalle —la fría sensación de ser vigilado, el corazón latiendo con fuerza, el instante en que la realidad se desmorona y lo imposible, toman forma— invita a experimentar en carne propia lo que significa entender, en un momento indescriptible, que realmente, "Ellos ya están aquí... pueden disponer de alguien y no hay ninguna escapatoria".

Ellos Ya Están Aquí: Audiorelato en 5 capítulos

Escuchar todos los capítulos del Audiorelato
dando "Click en la imagen" y elija la opción de
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Perseo Rosales Reyes
Noviembre de 2024




noviembre 01, 2024

Durante un viaje de nostalgia, regresando de su terruño oaxaqueño, mi querido Papá, el profesor Arturo Rosales Toledo, recordaba que en sus días de secundaria, quizá en 1947 o 1948, viviendo en Huajuapan, Oaxaca, lejos de casa, se emocionó leyendo por primera vez “La Ilíada”. Sin embargo, se le dificultó entender los versos y cantos del épico poema: “…en ese entonces creí que los griegos tenían que ser muy tontos para irse a la guerra por un mal de amores –platicaba el profesor Arturo–. Mucho después pensé que esa guerra entre griegos y troyanos fue un capricho de las diosas del Olimpo. Pero casi al terminar mi carrera de profesor, cuando leí otra vez ese libro de Homero, entendí que el destino ya estaba escrito, aunque había cosas que pudieron cambiar debido a la personalidad de las diosas involucradas, principalmente Hera”.


En la mitología griega, Hera fue la hermana de Zeus e hija de Cronos y Rea. Desde niña, mostró una capacidad especial, pues en sus visitas al bosque de Pholóē conversaba con las dríadas, quienes le confiaban sus problemas con los centauros, cuyo tosco paso dañaba las raíces de los robles, obligándolas a enterrarse más y más. Entonces, la pequeña Hera convocó a las dríadas y centauros para establecer acuerdos de respeto y colaboración, transformando el bosque en un hogar armonioso para todos sus habitantes. Al entrar en la adolescencia, Hera desplegó su belleza divina en una estampa cautivadora. Su figura esbelta y elegante se movía con gracia innata; su cabellera dorada resplandecía como el sol, y sus ojos, siempre brillantes, atrapaban la atención de quienes osaban contemplarla. Su pureza interior irradiaba una gracia y majestuosidad que la envolvían, dando una impresión de divinidad y nobleza. Esto cautivó al joven Zeus, quien pidió el permiso de Cronos para desposarla. El padre condicionó el permiso a la aceptación de la ingenua Hera, entonces, Zeus se transformó en un “pajarillo cuco moribundo” y se arrojó en su camino fingiendo una triste condición que despertó la lástima de Hera. Ella lo recogió y lo cuidó, hasta que él reveló su verdadera identidad. A pesar del engaño, Zeus se disculpó ofreciéndole matrimonio, y con la anuencia de Cronos, Hera aceptó convertirse en su consorte.


En el reino olímpico, Zeus y Hera emergieron como la pareja suprema simbolizando autoridad moral y justicia. No obstante, esa relación no fue sencilla. Durante un tiempo disfrutaron de una relación amorosa intensa, pero Zeus pronto desatendió a Hera, quien fue consciente de sus múltiples infidelidades. Aunque su amor por él era profundo, las constantes traiciones la llenaban de enojo y decepción, forjándola como una noble y ferviente protectora de la lealtad y la integridad matrimonial. La diosa creía firmemente que proteger el vínculo conyugal era esencial para mantener una familia plena y unida. Cada traición no solo era una afrenta personal, sino un agravio contra los valores y creencia que ella defendía con fervor. Así, Hera se convirtió en una consorte empática, sabia y valiente, pero también mostró el maniqueísmo, el rigor y la obstinación que definían su personalidad. 

La intervención en el juicio de Paris fue un momento clave que exhibió la complejidad en la personalidad de la diosa Hera. Con su peculiar estilo narrativo relataba el profesor Arturo, que: “El ego de Zeus estuvo detrás de una gran celebración, pero se le olvidó invitar a la diosa de la discordia, esta fue al evento para dejar una manzana de oro con la frase "A la diosa más bella", entonces las diosas: Hera, Afrodita y Atenea reclamaron el fruto, pero Zeus encargó al príncipe Paris, un joven y guapo mortal, hijo de Príamo, Rey de la legendaria Troya, que a su criterio eligiera a la diosa más bella del Olimpo, que supuestamente sería su esposa, entregándole la manzana dorada. Ese Príncipe se dejó tentar por las promesas de las tres diosas, cada una ofreciéndole respectivamente un don tan deseado como peligroso: poder, amor o inteligencia”. Paris dio la manzana a Afrodita, recibiendo el amor: “…eso que ella ofrecía como el sentimiento más sincero y noble del individuo, capaz de desvanecer el odio y colmar de alegría, de dicha y compasión a los corazones de los hombres”. Sin embargo, para Hera y Atenea, las diosas despreciadas, el joven príncipe se había dejado manipular con los ardides de Afrodita, y tantito peor: “…al deliberar su decisión Paris no eligió a la diosa más hermosa –decía el profesor Arturo-, sino que realmente ese príncipe exhibió ante todo el mundo a las diosas más feas… ya fuera por su físico, su carácter, su actitud o sus sentimientos”, por eso, aparentemente Atenea estaba muy molesta y Hera sentía un gran enojo, además esa maña de Afrodita alcanzaría a Helena de Esparta, la esposa del perverso rey Menelao, hechizándola hasta llevarla a los brazos de Paris.


Decía el profesor Arturo: “En ese juicio, Paris tampoco eligió a Afrodita sino el amor que le prometió, pero no era un amor puro, era algo distinto, un amor carnal, que es el de la tentación, del irreprimible deseo de posesión, al que Helena correspondió atraída por la galanura de Paris y obviamente, invadida con la sutil esencia de Afrodita”. Tal acto de infidelidad, ocurrido por primera vez durante un descuido del esposo mientras realizaba un acto de veneración en honor de Atenea, en el santuario de Terapne, no habría trascendido de no ser por el arrebato y la osadía de Paris, quien decidió continuar la insana relación apostando a Helena en un duelo con Menelao: “…que era un guerrero experimentado, muy hábil y ostensivo; eso valía para ganarle fácilmente el combate al joven rival de amores, bastando con darle una certera estocada en el corazón. Pero entonces, el hermano Héctor intervino enfrentando al rey burlado y salvando a Paris de una muerte segura. Luego de esconderse algunos días, pudieron escapar hacia Troya llevándose a Helena.”

Consternado por las noticias, el rey Príamo sintió un terrible enojo por el proceder de sus hijos; sin embargo, todo sentimiento negativo se esfumó al verlos llegar sanos y salvos, resguardados tras las murallas de su ciudad ilión; ahí: “…en vez de un buen regaño o un castigo ejemplar -relataba el profesor Arturo-, el mamarracho Paris fue vitoreado como un héroe y su gran trofeo: la loca de Helena, fue nombrada princesa de la corte de Troya”. Tales actos proporcionaron al burlado rey Menelao y a su ambicioso hermano, el rey Agamenón, un pretexto perfecto para unir sus fuerzas bélicas y restaurar su honor, lo que les permitiría someter el reino de Príamo y saquear sus tesoros, sin embargo, Atenea, y en particular la diosa Hera, vieron la oportunidad de darle un escarmiento a Paris, así como a todos sus protectores encabezados por su padre, el Rey Priamo, sus esposas Arisbe y Hécuba, así como su múltiple descendencia. Entonces: “… las diosas ofendidas incitaron una gran cruzada hasta la ciudad de ilión, que es el nombre de Troya –explicó el profesor Arturo-, dando origen a lo que conocemos como la Guerra de Troya, o la Ilíada [la batalla en ilión]”. 


Con su poderosa influencia, la diosa Hera motivó el ímpetu de conquista y venganza del enorme ejercito micénico comandado por el rey Agamenón, cuyos soldados aqueos sitiaron Troya alrededor de su muralla, a fin de atacar y desatar una guerra, sin embargo, su intención divina no era destruir Troya, Hera quería primordialmente escarmentar a los cobardes e indignos como el príncipe Paris, que simbolizaba, según ella, a los fulanos cegados por la codicia y la lujuria que solo son capaces de exhibir su infidelidad y cobardía. El profesor Arturo explicó: “Debido a su poder e ingenio, Hera tramaba con Atenea para amolarse a Troya. Pero a pesar de su coraje contra Paris y los troyanos, le tenía afecto al primogénito Héctor, hermano de Paris, y no le deseaba ningún mal”. La diosa Hera apreciaba mucho el carácter de los guerreros, que no consistía en su fortaleza, sino en su nobleza. Por un lado, estaba Héctor quien se destacaba por su sensatez, valentía y cabalidad, por eso la diosa lo protegía silenciosamente junto a su esposa Andrómaca, asegurando que su unión permaneciera firme frente a la adversidad y mantener ese modelo de virtud que pudiera redimir la deshonra de su hermano Paris. Por otro lado, estaba Aquiles que peleaba por una obligación del rey Agamenón, pero esperaba vengar la muerte de su amigo Patroclo y el ultraje a su pareja Briseida. “Ambos guerreros eran formidables rivales -decía el profesor Arturo-, pero el destino en su curso ya escrito e implacable, llevó a Aquiles a desafiar a Héctor en una lucha directa”. La angustia invadió a la diosa Hera al enterarse de la pelea, sabiendo que la muerte de Héctor sería un golpe devastador para todo lo que ella defendía, y que Aquiles no merecía morir porque combatía por el honor de Patroclo. Esa batalla finalizó cuando Héctor, el pilar de Troya y defensor de su pueblo, murió clavado por la lanza de Aquiles, marcando el inicio de la caída de Troya.


La artimaña del caballo permitió la entrada de los aqueos a la legendaria ciudad, desatando muerte y destrucción. Hera, que observaba desde el Olimpo, no encontraba regocijo en ese mar de sufrimiento durante la destrucción de Troya, pues su deseo nunca fue la aniquilación total. Y un nuevo golpe la afectaría: “… pues Hera sufrió una profunda decepción cuando vio al desgraciado de Paris oculto desde las sombras y por la espalda, disparar la flecha que mató a Aquiles -El profesor Arturo reflexionaba-, este acto traicionero marcó de dolor a Hera, quien veía en Aquiles un símbolo indestructible de honor y valentía”. Al finalizar esa guerra, la diosa Hera vio en los sobrevivientes una mirada que revelaba temor y un destello de esperanzas, comprendiendo que las verdaderas hazañas no son los triunfos en la batalla, sino que son esos actos de humanidad que infunden el ánimo de vivir y seguir adelante, a pesar de lo oscura que pueda ser la adversidad. 

Lamentablemente la historia mitológica describe a Hera como una diosa omnipotente, celosa y vengativa, pero su personalidad realmente es una fusión entre fuerza, poder y coraje, rasgos que confluyen en su espíritu protector porque en el trasfondo poseía una sensibilidad que resonaba con la experiencia humana. Para ella, la lealtad y el honor no eran solo ideales abstractos, sino valores esenciales que debía proteger para evitar que el caos y la traición destruyeran las relaciones y las uniones que dan sentido a la existencia de los mortales. Y aunque su carácter era conocido por ser implacable ante la traición y la deslealtad, no se trataba de una dureza carente de propósito. Con cada intervención que ejecutaba, Hera demostraba que la justicia, aunque fuese de origen divino, siempre alcanzaría alguna profundidad humana, especialmente por la inocencia. Por ello, la diosa fue firme y obstinada porque consideraba que la justicia debía ejercerse sin vacilación para preservar el orden y la integridad de los valores esenciales: “…las acciones de Hera no buscaban que alguien ganara, sino proteger lo que realmente importa, presionando a vivir con integridad”, decía el profesor Arturo.


La comprensión profunda de la Iliada, la fascinación por la mitología griega, junto a su inquebrantable fe en el evangelio católico y el apoyo de su esposa Gloria, forjaron en el profesor Arturo la convicción de enseñar a sus hijos, que: “La verdadera personalidad no está en lo que somos, sino en lo que hacemos para proteger y mantener unidos a quienes queremos”. Así lo hizo hasta su último aliento de vida. Y sea por obra del azar o porque realmente existe un rumbo inevitable del destino, entre su familia resplandeció la hija pequeña, dotada de un carácter firme, con una capacidad y una fortaleza notables, demostrando con creces la predisposición para auxiliar solidariamente a los demás, resolviendo problemas con decisión. Esa hija, ahora convertida en una guardiana moral del legado familiar que el profesor dejara a su paso, mantiene encendidos los ideales que él inculcó. Y su nombre, en una justa, poética o mitológica coincidencia, también es Hera.





octubre 01, 2024


Andrés Manuel López Obrador (AMLO) es el primer presidente de izquierda en la historia de México, culminando su sexenio con un impresionante apoyo y aprobación popular; a diferencia de lo que ha sucedido en la historia mexicana desde los tiempos del General Lázaro Cárdenas, su gobierno se caracterizó por ser el impulsor de lo que él ha denominado la "cuarta transformación" (4T), que es un cambio trascendental en la vida nacional que precede a la Guerra de Independencia, las Leyes de Reforma y la Revolución Mexicana. Esencialmente la 4T es un movimiento de reivindicación sociojurídica, sin embargo ¿Cuál es el pensamiento de este líder que sustenta el impulso de la 4T? A pesar de su alineación con las ideas socialistas AMLO no se identifica con el marxismo ni sus corrientes clásicas como: el leninismo, el trotskismo o el maoísmo. Tampoco es un dirigente revolucionario que haya pretendido instaurar la dictadura del proletariado, ni aboga por una ruptura radical del Estado capitalista. No es un izquierdista doctrinario que promueva una rectoría estatal populista, paternalista e impositiva. Su enfoque político proviene, más bien, de ideas progresistas enfocadas en una lucha por la igualdad social y de un desafío abierto al status quo, como lo dejó en claro durante aquella lucha política cuando "mandó al diablo a las instituciones", refiriéndose particularmente a esas que conspiraron para validar un fraude electoral en su contra imponiendo a un presidente espurio, siendo cómplices de la corrupción política, y por ello enemigas de la democracia autentica.

Ni AMLO ni su Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) son miembros de la Internacional Socialista, una organización que tiene sus raíces en la auténtica ideología socialista de la Segunda Internacional de 1889, fundada por los emblemas del marxismo: Friedrich Engels y Karl Kautsky, a la cual pertenecieron posteriormente: Rosa Luxemburgo, Vladimir Ilich Lenin y León Trotsky. Hoy en día la Internacional Socialista agrupa a los partidos socialistas y socialdemócratas de todo el mundo. Aunque históricamente la entidad estuvo vinculada verdaderamente a la lucha por los derechos de los trabajadores y la igualdad social, en la actualidad se dirige según los intereses y pactos de sus líderes contemporáneos, como el presidente de España, Pedro Sánchez, y con las conveniencias de figuras políticas como Alejandro "Alito" Moreno, líder del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Estos personajes imponen una línea política acorde a sus propios contextos nacionales e internacionales, moldeando las metas, las prioridades y las decisiones de la Internacional Socialista. Por ello, AMLO no encaja en esa pseudoizquierda, ni en otras corrientes de izquierda que, en ocasiones, buscando más capital político que un verdadero compromiso social actúan de forma oportunista al alinearse con causas sociales populares como los derechos obreros, el feminismo, el ambientalismo o los derechos del movimiento LGBT. Aunque AMLO ha abordado temas de justicia social y ha impulsado políticas en favor de los sectores más vulnerables, su visión política no se adapta completamente a las agendas de los movimientos globales, ni responde a las estrategias de coalición y acciones típicas de los izquierdistas doctrinarios. moderados o populistas.

Digamos que AMLO es un líder mexicano de izquierda, a su modo. Su pensamiento es una síntesis de ideales y convicciones, marcado por la conexión entre teoría y praxis basada en su profundo conocimiento de la historia mexicana y en los aspectos internacionales que influyeron en la situación del país. Se autodefine como un estudioso y aprendiz de los errores históricos cometidos por los gobiernos y dirigentes anteriores, que en su opinión actuaron con alevosía política, motivaciones económicas y espíritu clasista, que derivaron en pobreza, injusticias, represiones y violaciones de los derechos fundamentales del pueblo mexicano, como el derecho a la vida, la libertad de expresión y la justicia social.

Uno de los principios centrales de su política de gobierno, fue la búsqueda de una auténtica igualdad social y de oportunidades para todos los ciudadanos, dentro del marco jurídico que sostiene el sistema democrático mexicano. Esto lo convirtió en una figura emblemática de la izquierda reformista o progresista en la historia de México, aunque él se describe simplemente como un gobernante humanista. Su vida, sus ideales y convicciones están guiadas por una filosofía basada en la autodisciplina, como se refleja en su rutina diaria de trabajo, y en su fe cristiana, que se manifiesta en su convicción de ayudar a los demás. AMLO, al igual que otros líderes como Nelson Mandela, Martin Luther King o Mahatma Gandhi, ha recurrido a la resistencia civil, pacífica y a la búsqueda de cohesión social mediante los ejemplos históricos, incluso a costa de enfrentar ataques personales y humillaciones, lo que ha fortalecido su carácter y sus convicciones.

Durante los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón, AMLO fue objeto de una campaña agresiva de las élites políticas y empresariales para desacreditarlo y detener su avance político. A través de juicios, desafueros políticos y ataques mediáticos, intentaron frenar su ascenso a la presidencia, pero paradójicamente, estas acciones solo contribuyeron a fortalecer su posicionamiento político. 

Después de las elecciones federales de 2006 y 2012, su lema "por el bien de todos, primero los pobres" resonó profundamente entre las clases populares que decididamente lo impulsaron a la primera magistratura del país, porque fue el único que definitivamente desafiaba las injusticias y exclusiones del sistema, la corrupción gubernamental y el abuso de las élites político-empresariales. En 2018, el electorado mexicano votó abrumadoramente por AMLO, otorgándole una victoria contundente en las urnas. Desde el primer día como presidente, López Obrador planteó la necesidad de redefinir el papel del gobierno federal, no como una herramienta de gestión ni mucho menos de opresión, sino como una entidad que debe procurar equidad y garantizar los derechos de los marginados, los desposeídos y los olvidados, aquellos que el cineasta Luis Buñuel retrató en su célebre obra cinematográfica. Aunque sus resultados  pueden ser debatidos o criticados como insuficientes e inconsistentes, por algunos apoyadores propios, y muchísimos extraños a MORENA, lo que nunca podrá cuestionarse son sus nobles intenciones: de eliminar las causas profundas de la injusticia y de la inmoralidad de los poderosos, y de ofrecer a los mexicanos una oportunidad real de mejorar sus vidas, empezando por los más pobres.

En este sentido, AMLO promovió reformas y acciones con la convicción de generar un cambio profundo en el ordenamiento jurídico del país, con la finalidad de democratizar los poderes de la unión y persuadir a las distintas clases sociales de modificar sus actitudes y colaborar en la construcción de un México más justo, y más próspero. Aunque aún falta mucho por hacer, y de eso está muy consciente la Presidenta Claudia Sheinbaum, pero su visión de una transformación real sigue y por lo menos durante otro sexenio seguirá siendo el pilar del gobierno federal, con la esperanza de que México pueda caminar hacia un gran futuro y sea el inicio de una historia envidiable.


Amlito: 1986 a 2024

Perseo Rosales Reyes
Octubre 1 de 2024





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